¿Qué deben hacer los economistas? es, además de una pregunta muy pertinente, de cuya respuesta correcta depende la posibilidad de un mayor bienestar para más gente, fin último de la economía, el título de uno de los libros de James M. Buchanan (1919 – 2013), premio Nobel de Economía (1985), otorgado “por su desarrollo de las bases contractuales y constitucionales de la teoría de la toma de decisiones económicas y políticas”, libro que es una colección de ensayos, el primero de los cuales se titula, precisamente, ¿What Should Economists Do? (Liberty Press, 1979).
No voy a centrar la atención en la respuesta de Buchanan a la pregunta, sino en la respuesta que, sin haberse hecho la pregunta tal cual, ¿qué deben hacer los economistas?, dio Adam Smith (1723 – 1790), al inicio del libro IV de su obra Una investigación acerca de la naturaleza y causa de la riqueza de las naciones (1776), cuyo título (el del libro IV), es De los sistemas de economía política, en el cual leemos lo siguiente: “La economía política, considerada como una rama de la ciencia del hombre de estado o legislador, se plantea dos objetivos distintos: en primer lugar, conseguir un ingreso suficiente o una subsistencia abundante para el pueblo, o más precisamente, que el pueblo pueda conseguir ese ingreso o esa subsistencia por sí mismo; y en segundo lugar, proporcionar al estado o comunidad un ingreso suficiente para pagar los servicios públicos”. Lo primero tiene que ver con la generación personal de ingreso por medio del trabajo, lo segundo con el cobro de impuestos, que presupone lo primero: la generación personal de ingreso por medio del trabajo.
Rescato la concepción de la economía política (economía, sin más, diríamos hoy), como “una rama de la ciencia del hombre de estado o legislador”, y comienzo con esta otra pregunta: ¿qué pueden (no que deben), hacer los economistas?
Los economistas podemos hacer, de entrada, tres cosas: (i) explicar por qué la situación económica presente (buena, regular o mala), es la que es, cuáles fueron las cusas que surtieron tales efectos; (ii) predecir cuál será la situación económica futura, predicciones que, dado que somos economistas, no adivinos, por lo general resultan fallidas, sobre todo entre mayor sea el lapso de tiempo involucrado; (iii) aconsejar lo que hay que hacer para que, independientemente de cuál vaya a ser el resultado cuantitativo (por ejemplo: cuánto crecerá la economía, de cuánto será la inflación, cuál será el tipo de cambio, cuál será la tasa de interés), los resultados sean los mejores posibles. Explicar, predecir y aconsejar.
No faltará quien afirme que la tarea del economista, precisamente por serlo, es, como se afirma en el artículo 25 constitucional, la de planear, conducir, coordinar y orientar la actividad económica nacional. ¿Quién mejor que un economista para hacerlo?, concebido como un macro administrador, de la economía en su conjunto, lo cual abarca desde la producción hasta el consumo de cada uno de los agentes económicos.
¿Puede el economista planear, conducir, coordinar y orientar la actividad económica nacional y obtener mejores resultados que la economía de mercado, que el orden espontáneo, que el ejercicio de la libertad individual y el uso de la propiedad privada, respetando los derechos de los demás?
¿Qué deben hacer los economistas? Posible respuesta: planear, conducir, coordinar y orientar la actividad económica nacional. El problema es que la actividad económica nacional no existe. Lo que existen son las actividades económicas de cada quien, desde la producción hasta el consumo, por lo que la única manera de planear, conducir, coordinar y orientar la actividad económica nacional sería planeando, conduciendo, coordinando y orientando las actividades económicas de particulares. ¿Cómo lo harían? Por medio del gobierno y sus poderes: obligar, prohibir y castigar.
Si los economistas planearan, condujeran, coordinaran y orientaran las actividades económicas de los particulares, ¿dónde quedaría la libertad individual para elegir qué producir, ofrecer y vender, por un lado, y para elegir qué demandar, comprar y consumir, por el otro? Y lo más importante, si los economistas lo hicieran, ¿se obtendrían, en términos del bienestar de las personas, mejores resultados que los conseguidos por medio del orden espontáneo, a través del libre ejercicio de la libertad individual y del libre uso de la propiedad privada, en el marco institucional de la economía de mercado? No, de ninguna manera: la historia económica lo muestra y la lógica económica lo demuestra.
Entonces, ¿qué deben hacer los economistas? Vuelvo a Adam Smith y a su idea de que la economía política es parte de la ciencia del hombre de estado o legislador, cuya tarea es hacer leyes, muchas de las cuales tienen que ver con la economía, desde la producción hasta el consumo. En México podemos identificar, a nivel Federal, hasta 30 leyes relacionadas directamente con la economía, en materias que van desde inversión extranjera y comercio exterior, pasando por cuestiones financieras y hacendarias, laborales y de seguridad social, hasta propiedad industrial, sin olvidar los artículos constitucionales relacionados, directa o indirectamente, con la economía: 5, 9, 25, 26, 27, 28, 31, 73, 74, 89, 117, 123, 126 ,131 y 134.
Lo que hay que tomar en cuenta es que las actividades económicas, desde la producción hasta el consumo, están regidas por sus propias leyes, que podemos calificar de naturales, y que la legislación positiva, las leyes hechas por los legisladores, deben respetar las leyes naturales, para lo cual los legisladores deben saber economía. De no ser así, y de tratar ir en su contra, lo único que se logra es frenar y/o descarrilar las actividades económicas de los particulares, aumentando la escasez y reduciendo el bienestar.
Cuántos de los legisladores (diputados y senadores), aprobarían un examen básico de economía, compuesto por las diez preguntas más elementales de la materia, comenzando por estas: ¿qué es un precio?, ¿qué tareas desempeñan los precios?, ¿qué condiciones deben darse para que las desempeñen correctamente?, ¿cuáles son las consecuencias si no se dan esas condiciones?
Dado que los legisladores legislan sobre economía, deben saber economía, y ésta debe ser considerada como una parte importante de la ciencia (del saber), de los legisladores.
¿Qué deben hacer los economistas? Instruir a los legisladores, quienes, de no saber economía, y legislar en la materia, hacen más mal que bien. México es un buen ejemplo, comenzando por la Constitución, sobre todo artículos 25 al 28.
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