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La tregua

Los aranceles generan presiones inflacionarias (de entrada en el país que importa), y recesivas (para empezar en el país que exporta), y limitan la competencia entre oferentes (entre productores nacionales y extranjeros), en detrimento del bienestar de los consumidores (del país cuyo gobierno impone aranceles a las importaciones), razones para prohibirlos, inclusive en los casos en los que podrían justificarse (léase, en el Pesos y Contrapesos del próximo miércoles, el caso de China).

Trump ha puesto y quitado aranceles a diestra y siniestra, siendo la consecuencia más grave la inseguridad que ha generado, sobre todo entre los empresarios, cuyas decisiones para invertir directamente (para producir bienes y servicios, crear empleos, generar ingresos y elevar el bienestar), requieren de seguridad, sobre todo en un tema tan delicado como el de los impuestos (y los aranceles son impuestos).

Por lo pronto, el pasado miércoles 9 Trump decretó una tregua de 90 días con relación a la andanada de aranceles que impuso una semana antes, el miércoles 2, tregua que consiste en aplicar un arancel general del 10% a los 75 países cuyos gobiernos no reaccionaron, con más y/o mayores aranceles, a la andada arancelaria del 2 de abril, exceptuando a México y a Canadá, que se quedan con los aranceles impuestos en aquella fecha, y a China a la que le ha aumentado el arancel hasta 145%.

En el caso de México todos los productos que están dentro del T-MEC, excepto automóviles y autopartes, acero y aluminio, tienen arancel del 0%. Acero y aluminio tienen arancel del 25% (violando el T-MEC). El componente mexicano y canadiense de automóviles y autopartes, tienen también un arancel del 25% (violando de igual manera el T-MEC). Todos los productos que están fuera del T-MEC, que representan el 52% de las exportaciones de productos mexicanos hacia los Estados Unidos, también tienen un arancel del 25% (violando la cláusula del país más favorecido de la Organización Mundial del Comercio, a la cual están obligados los países miembros, como Estados Unidos).

Si la andanada de aranceles del miércoles 2 de abril nos daba una cierta ventaja sobre los países cuyas importaciones hacia Estados Unidos pagaban un arancel mayor al de México (25%), con la tregua arancelaria, por la cual las importaciones de 75 países entrarán a los Estados Unidos cobrándoseles un arancel del 10%, 15 puntos porcentuales menor que el de México, el 60%, perdemos dicha ventaja, que no se compensará con los 18 puntos presentados por gobierno el pasado jueves 3, correspondientes a lo que podemos llamar el Plan México Plus, que abarca desde la autosuficiencia alimentaria (un despropósito), pasando por el fortalecimiento del mercado interno (un reto enorme, sobre todo si se hace correctamente), hasta la imposición estratégica de aranceles (que sería un grave error porque Trump respondería con más y/o más elevados aranceles a las importaciones mexicanas).

Por lo pronto, desde el pasado miércoles 9 de abril, y hasta el próximo 7 de junio, en el marco de la tregua, el gobierno estadounidense cobra un arancel de “solamente” el 10% a las importaciones de productos procedentes de 75 países, con cuyos gobiernos Trump pretende negociar. Negociar, ¿qué?

Desde el pasado miércoles 9 de abril, y hasta el próximo 7 de junio, en el marco de la tregua otorgada por Trump, el gobierno estadounidense recaudará un arancel de “solamente” el 10% a las importaciones de productos procedentes de 75 países, con cuyos gobiernos Trump quiere negociar. Negociar, ¿qué?

Uno de los objetivos de Trump es eliminar el déficit comercial de los Estados Unidos (importan más de lo que exportan), que tiene como contrapartida el superávit comercial de los países con los que comercia (exportan más de lo que importan), para lo cual pretende, a cambio de quitarles o reducirles los aranceles, que los gobiernos de dichos países equilibren su comercio con los Estados Unidos. ¿Qué es lo que dichos países deben hacer para lograrlo: o importar más desde Estados Unidos, o exporta menos hacia Estados Unidos, o importar más desde Estados Unidos y exporta menos hacia Estados Unidos (véase: https://www.razon.com.mx/opinion/2025/04/09/equilibrar-el-comercio-13/).

La pretensión de Trump es negociar acuerdos arancelarios con los gobiernos de los países que le cobran, a las importaciones estadounidenses, un arancel mayor del que el gobierno estadounidense le cobra a las importaciones de esos países. Lo que Trump quiere es el mismo trato en materia arancelaria, lo que pretende conseguir negociando acuerdos arancelarios con los gobiernos de los 75 países beneficiados por la tregua arancelaria. Negociar acuerdos de libre comercio (que en realidad son acuerdos de comercio menos intervenido/limitado/condicionado/restringido por el gobierno, pero no de verdadero libre comercio), sería, dada la cantidad de países involucrados, y la cantidad de temas que por lo general incluyen dichos tratados, una pretensión mucho más ambiciosa que un acuerdo arancelario, cuya concreción llevaría años.

¿Será capaza el gobierno estadounidense, en el lapso de los 90 días de la tregua arancelaria, que concluirá el próximo 7 de julio, de negociar acuerdos arancelarios con los gobiernos de los 75 países beneficiados por la tregua, suponiendo que, en el ínterin, Trump no cambie de opinión. (Al momento de escribir estas líneas me entero que decidió eliminar el arancel del 145% a las importaciones chinas de celulares, computadoras, laptops y aparatos electrónicos, que representan más o menos el 22% de las exportaciones chinas hacia los Estados Unidos).

¿Qué sería, desde el punto de vista del libre comercio, en particular, y de la economía de mercado en el sentido institucional del término, en general (el primero forma parte de la segunda), lo ideal? Que los gobiernos de los países que imponen aranceles a las importaciones los eliminen, y que los gobiernos de los países que otorgan subsidios a la producción de bienes y servicios también los eliminen. Si fuera el caso se cancelarían dos de las medidas más arbitrarias y distorsionantes que los gobiernos pueden imponerle a la economía (aranceles y subsidios) y, después del periodo de ajuste en función del principio de las ventajas comparativas (David Ricardo, 1772-1823, Principios de Economía Política y Tributación, 1817), el resultado sería un comercio mundial justo y más eficaz que el actual, en beneficio de los consumidores. Trump, ¿estará dispuesto a proponer algo así?

E-mail: arturodamm57@gmail.com

Twitter: @ArturoDammArnal

Arturo Damm Arnal

Estudié economía, filosofía y derecho. Liberal. Profesor universitario. Periodista. Conferencista. Colaborador de @LaRazon_mx y @adn40 .