Hay quienes afirman que primero la salud y la vida, y luego la economía, luego “hacer dinero”, visión reduccionista, y por lo tanto falsa, de la economía.
La economía es mucho más, suponiendo que en algún grado también sea eso, que “hacer dinero”. La economía es todo lo que va, desde la producción de satisfactores hasta el consumo de bienes y servicios, de lo cual depende la satisfacción de las necesidades, comenzando por las básicas, aquellas que, de quedar insatisfechas, atentan contra la salud y la vida de las personas.
Para mantener la salud y la vida hay que consumir satisfactores, para lo cual hay que, uno, generar ingresos para poder comprarlos y, dos, producirlos para poder ofrecerlos y venderlos, lo que genera puestos de trabajo y fuentes de ingresos.
Pretender mantener la salud y la vida prohibiendo las actividades económicas solo funciona si se cuenta, uno, con suficiente ingreso, generado en el pasado (ahorro), para poder seguir comprando bienes y servicios sin trabajar y sin generar ingresos y, dos, si se cuenta con una acumulación suficiente de satisfactores, producidos en el pasado (inventarios), para poder seguir ofreciendo bienes sin producirlos. Estas dos condiciones, más que la regla son la excepción, y los casos excepcionales no lo son por mucho tiempo.
Para la mayoría de los agentes económicos, tanto por el lado de la producción, como por el del consumo, la prohibición de las actividades económicas, suponiendo que llegara a ser general y sostenida, supondría, más temprano que tarde, un proceso de empobrecimiento que atentaría contra su salud y su vida, contra su bienestar.
Llegados a este punto puede argumentarse que por eso es que se prohíben solamente las las actividades económicas no esenciales, momento de caer en la cuenta de que no hay actividad económicas que, por su propia naturaleza, sean esenciales o no esenciales, sino actividades económicas que para unos no son esenciales y para otros sí. Para mí no es esencial ir a comer a un restaurante, pero para el cocinero, el mesero, el garrotero, la recepcionista, los proveedores, y todos los que trabajan en y para el restaurante sí lo es: de ello depende su trabajo y su ingreso, y todo lo que depende de ese ingreso.
Lo anterior no quiere decir que no deban tomarse medidas (guardar la sana distancia, el uso de cubrebocas, el lavado constante de manos, el aislamiento de los enfermos, la toma de pruebas, etc.), para minimizar las probabilidades de contagio. Pero de eso a pedir que se pare la actividad económica, porque primero está la salud y la vida que “hacer dinero”, hay una gran diferencia. Podría evitarse que más gente enferme/muera por el coronavirus a cambio de que más personas enfermen/mueran de hambre.
E-mail: arturodamm@prodigy.net.mx
Twitter: @ArturoDammArnal