Las amenazas a la economía nacional no cesan. Y entre las que más inquietan está la crisis latente por la situación financiera de Petróleos Mexicanos (Pemex) –las petrolera más endeudada del mundo–, que pondrá en grandes aprietos a la hacienda pública en el futuro próximo.
Las “red flags” (banderas rojas) sobre Pemex abundan, como la de sus proveedores, quienes aseguran que tarda hasta seis meses en pagarles sus facturas, lo que deja a algunas de ellas con graves problemas de liquidez. De acuerdo con Bloomberg, la deuda con proveedores asciende a más de 15 mil millones de dólares, una cifra que se ha más que duplicado en cuatro años.
Añádale a esto la creciente preocupación sobre la capacidad y disposición del gobierno federal para mejorar materialmente la posición de liquidez y estructura de capital de esta empresa productiva del Estado en los próximos dos años, sin concesiones por parte de los acreedores.
Una evidencia reciente de lo dicho es que la agencia estadounidense Fitch Ratings degradó las calificaciones de riesgo crediticio a largo plazo en moneda extranjera y local de Pemex a B+ desde BB- (bonos basura) a la vez que las colocó en perspectiva de negativas.
Así, ésta que es una de las tres grandes calificadoras crediticias (las otras son Moody’s y Standard & Poor’s) saca a la luz una serie de desafíos que – como le digo- amenazan con poner en jaque las finanzas públicas de México.
Pemex enfrenta vencimientos de bonos de deuda internacional de aproximadamente 4,600 millones de dólares en 2023 y 10,900 millones en 2024, cuya refinanciación pondrá a la compañía bajo mayores gastos de intereses y aumentará la presión sobre su flujo de efectivo mientras agrava su riesgo de liquidez hacia finales de 2024, cuando un nuevo gobierno estará entrando al país.
La resolución de estos problemas requeriría un tiempo considerable, lo que implicaría un escenario incierto para Pemex.
“Apoyar a Pemex en la medida necesaria, dada la elevada deuda y la cantidad de inversión requerida para mejorar su estructura de capital y activos operativos, será cada vez más relevante para las finanzas del gobierno”, expone Fitch Ratings en su reporte.
La degradación de la calificación crediticia y las crecientes necesidades de financiamiento de la empresa representan una amenaza significativa para las finanzas públicas de México –subraya–, pues la petrolera depende en gran medida de los mercados internacionales de capital para refinanciar su deuda, con el 85 por ciento de la misma denominada en moneda extranjera.