Defino al progreso económico como la capacidad para producir más (dimensión cuantitativa), y mejores (dimensión cualitativa), bienes y servicios para un mayor número de gente (dimensión social).
La dimensión cualitativa tiene que ver con lo que Joseph Schumpeter llamó la destrucción creativa, que consiste en que, en el mercado, por el lado de la oferta (el otro lado del mercado es el de la demanda), tanto en materia de bienes como de servicios (ambos satisfactores), lo bueno sustituye a lo malo, lo mejor sustituye a lo bueno, y lo excelente sustituye a lo mejor, consecuencia de la empresarialidad, que consiste en la invención de mejores satisfactores, capaces de satisfacer de mejor manera (a menor precio y/o con mayor calidad y/o con mejor servicio), las necesidades de los consumidores, siendo ésta, la mejor satisfacción posible de los consumidores, el fin de la economía, de tal manera que todo aquello que lo hace posible apunta en la dirección correcta y todo aquello que lo impide apunta en la equivocada, debiéndose de permitir e incentivar lo primero y prohibir y evitar lo segundo.
Apunto lo anterior porque hace unos días nos enteramos que el gobernador de Sonora, Alfonso Durazo, pretende el cierre de los Oxxos en la sierra del estado, para que no se afecte a los “changarritos” locales, típica medida anti progreso, si es que los Oxxos, y eso deben decirlo los consumidores, para lo cual debe permitirse que los Oxxos operen, son mejor opción que los “changarritos”.
La actividad económica terminal, la que le da sentido a todas las demás, comenzando por la producción, es el consumo, de tal manera que las políticas económicas correctas son las que ayudan a maximizar el bienestar de los consumidores, para lo cual, entre otras condiciones, se requiere de la mayor competencia posible, para lograr la trilogía de la competitividad, menores precios y/o mayor calidad y/o mejor servicio, no de la menor competencia posible, a favor de la trilogía de la incompetencia, mayores precios y/o menor calidad y/o peor servicio, precisamente el resultado que se obtendría con la pretensión de Durazo a favor de los “changarritos” y en contra de los consumidores, una de las muchas versiones posibles del capitalismo de compadres, que no solo se da entre los grandes empresarios y el gobierno.
Vale la pena preguntarnos si la pretensión de Durazo de prohibir cierto tipo de competencia (otro caso de la misma especie es el que tiene que ver con Uber), no es inconstitucional, porque en el artículo quinto de la Constitución se lee que “a ninguna persona podrá impedirse que se dedique a la profesión, industria, comercio o trabajo que le acomode, siendo lícitos”, y que “el ejercicio de esta libertad sólo podrá vedarse por determinación judicial, cuando se ataquen los derechos de tercero, o por resolución gubernativa, dictada en los términos que marque la ley, cuando se ofendan los derechos de la sociedad”. Y la competencia que le hacen los Oxxos a los “changarritos”, ni ataca derechos de terceros (al menos que creamos que los “changarritos” tienen el derecho a la no competencia de los Oxxos, que no lo tienen), ni ofende derechos de la sociedad (sociedad que, estrictamente hablando, no tiene derechos, mismos que solo tienen las personas). La pretensión de Durazo es claramente inconstitucional.
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