Comienzo con la inflación general, que en marzo, en términos anuales, comparando cada mes con el mismo mes del año anterior, se ubicó en 6.85 por ciento, con lo cual sumamos dos meses consecutivos a la baja: enero, 7.91; febrero, 7.62; marzo, 6.85. Desde octubre de 2021 la inflación anual no se ubicaba por debajo de los siete puntos porcentuales.
La inflación subyacente, de la que se eliminan los bienes y servicios cuyos precios son más volátiles o cuya determinación no responde a condiciones de mercado, por lo que se excluyen productos agropecuarios, energéticos y tarifas autorizadas por el gobierno, se ubicó en 8.09 por ciento (8.45 en enero y 8.29 en febrero). Lo ideal es que la inflación subyacente se ubique por debajo de la general.
La inflación de la Canasta de Consumo Mínimo, que corresponde a la canasta básica alimentaria y no alimentaria del Coneval, compuesta por 176 bienes y servicios, se ubicó en 7.11 por ciento (8.51 en enero y 8.11 en febrero). Lo ideal es que la inflación de la Canasta de Consumo Mínimo se ubique por debajo de la general.
En términos mensuales, comparando cada mes con el mes anterior, la inflación de marzo se ubicó en 0.27 por ciento, sumándose también dos meses consecutivos a la baja: enero, 0.68; febrero, 0.56; marzo, 0.27. Desde mayo de 2022 la inflación mensual no se ubicaba por debajo de los 0.30 puntos porcentuales.
La inflación subyacente se ubicó en 0.52 por ciento (enero 0.71 y febrero 0.61), y la de la Canasta de Consumo Mínimo en 0.17 por ciento (enero 0.73 y febrero 0.59).
Lo bueno, la inflación va a la baja. Lo malo, está lejos de la meta puntual de inflación del Banco de México, tres por ciento. Le pésimo, el banco central tiene metas de inflación.
Continúo con el consumo privado que en términos anuales, en enero, creció 5.9 por ciento, más que el crecimiento de los tres meses anteriores: octubre, 5.8; noviembre, 4.2; diciembre, 4.0, revirtiéndose la tendencia de dos meses consecutivos a la baja. En términos mensuales creció 1.6 por ciento: octubre, 0.1; noviembre, menos 1.0; diciembre, 1.6.
El nivel de consumo privado en enero fue un máximo histórico y se ubicó 5.51 por ciento por arriba del nivel de junio de 2019, antes de que iniciara la recesión, y 6.14 por ciento por arriba del nivel de febrero de 2020, antes de que iniciara el Efecto Covid, que multiplicó las presiones recesivas.
Termino con la inversión fija bruta en instalaciones, maquinaria y equipo, parte esencial de la inversión directa, de la que dependen la producción, el empleo y el ingreso, misma que, en términos anuales, en enero, creció 7.1 por ciento: octubre, 6.8; noviembre, 6.8; diciembre, 10.3. En términos mensuales decreció 0.5 por ciento: octubre, 1.5; noviembre, 0.7; diciembre 2.5.
El nivel de inversión fija bruta en enero estuvo 7.1 por ciento por debajo del máximo histórico de julio de 2018 y fue similar al nivel que ya habíamos alcanzado en abril de 2012, lo cual, por ser dicha inversión parte esencial de la inversión directa, y por todo lo que depende de ésta (producción, empleos, ingresos y por lo tanto bienestar), no es una buena noticia.
Con relación a las inversiones directas, que pueden ser nacionales o extranjeras, habrá que ver qué efecto tiene la desinversión extranjera directa (porque de eso se trata: de una desinversión) realizada por Iberdrola.
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