En varias ocasiones AMLO ha dicho que el mercado no sustituye al Estado, afirmación que se recoge en la presentación del Plan Nacional de Desarrollo 2019 – 2024, en donde leemos lo siguiente: “Durante décadas, la élite neoliberal se empeñó en reducir el Estado a un aparato administrativo al servicio de las grandes corporaciones y un instrumento coercitivo en contra de las mayorías. Su idea de que las instituciones públicas debían renunciar a su papel como rectoras e impulsoras del desarrollo, la justicia y el bienestar, y que bastaba ‘la mano invisible del mercado’ para corregir distorsiones, desequilibrios, injusticias y aberraciones, fue una costosa insensatez. El Estado recuperará su fortaleza como garante de la soberanía, la estabilidad y el estado de derecho, como árbitro de los conflictos, como generador de políticas públicas coherentes y como articulador de los propósitos nacionales”.
Al margen de la respuesta a la pregunta de si en el periodo neoliberal la élite hizo del Estado lo que AMLO dice, la afirmación de que el mercado no sustituye al Estado es cierta. Es más, para que el mercado funcione bien necesita del Estado.
El mercado es la relación de intercambio entre compradores y vendedores, basada en derechos y obligaciones contractuales. En dicha relación el comprador tiene la obligación de pagar por la mercancía comprada y el derecho de recibirla a cambio. Por su parte el vendedor tiene el derecho de recibir la paga por la mercancía vendida y la obligación de entregarla a cambio.
Para que el mercado funcione de la mejor manera posible es necesario que ambas partes, comprador y vendedor, cumplan con sus obligaciones o, dicho de otra manera, que respeten el derecho de su contraparte, para lo cual se requiere de un tercero que haga valer los contratos en caso de que alguna de las partes no cumpla. Ese tercero es el Estado.
Que el Estado haga valer los contratos quiere decir que hace valer los derechos de las partes contratantes, siendo ésta su tarea esencial, aquella a la que no puede renunciar sin dejar de ser gobierno: hacer valer los derechos de las personas, en este caso compradores y vendedores. En este sentido la afirmación de que el mercado no sustituye al Estado es cierta. El mercado, para su buen funcionamiento, necesita del Estado.
Pero, así como el mercado no debe sustituir al Estado, el Estado no debe sustituir al mercado, a la libertad individual para producir, ofrecer y vender, para demandar, comprar y consumir, a la propiedad privada sobre los medios de producción necesarios para poder producir, ofrecer y vender, y sobre los ingresos indispensables para poder demandar, comprar y consumir. Históricamente se ha intentado más lo segundo que lo primero y los resultados han sido desastrosos. AMLO, ¿lo tiene claro?
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