Lo eficaz, en economía, es lo que minimiza la escasez, que es el problema económico de fondo: no todo alcanza para todos, menos en las cantidades que cada uno quisiera, y mucho menos gratis.
Lo justo, en economía, es lo que reconoce plenamente, define puntualmente y garantiza jurídicamente los derechos de los agentes económicos a la libertad individual para producir, ofrecer y vender, para demandar, comprar y consumir; y a la propiedad privada de los medios de producción necesarios para producir, ofrecer y vender, y de los ingresos necesarios para demandar, comprar y consumir.
Para lograr la eficacia, para minimizar la escasez, se necesita de lo justo, del reconocimiento pleno, la definición puntual y la garantía jurídica de los derechos de los agentes económicos a la libertad individual y a la propiedad privada, es decir, de la economía de mercado en el sentido institucional del término.
El mercado es la relación de intercambio entre compradores y vendedores, cuyo resultado es un bien común: bien, porque ambas partes GANAN; común porque AMBAS partes ganan.
La economía de mercado, en el sentido literal del término, es aquella en la cual el intercambio, el mercado, es la actividad economía central, en torno a la cual giran todas las demás, desde la producción hasta el consumo, de tal manera que se produce para vender y se compra para consumir.
La economía de mercado, en el sentido institucional de término, es aquella en la que los derechos de los agentes económicos están plenamente reconocidos, puntualmente definidos y jurídicamente garantizados, lo cual es Estado de Derecho aplicado a la economía.
La causa del mercado, y de la economía de mercado en el sentido literal del término, es la división del trabajo, el hecho de que A produce vino y B produce pan, y la conveniencia, para que A no muera de hambre y B de sed, de que intercambien vino por pan.
La causa de la economía de mercado, en el sentido institucional del término, es la justicia, el respeto a los derechos de las personas, en este caso en su calidad de agentes económicos, productores, oferentes y vendedores, por un lado; demandantes, compradores y consumidores, por el otro.
Para sacar el mayor provecho posible de la economía de mercado en el sentido literal del término ésta debe serlo también en el sentido institucional, algo que no siempre sucede, tal y como es el caso de la economía mexicana, que es de mercado en el sentido literal del término, pero que dista mucho de serlo en el institucional. El primer botón de muestra lo tenemos en el capítulo económico de la Constitución, artículos 25 al 28.
En la economía de mercado, en el sentido institucional del término, convergen las dos vertientes, la de la eficacia, por la que se minimiza lo más posible la escasez, y la de la justicia, por la que se reconocen plenamente, definen puntualmente y garantizan jurídicamente los derechos de los agentes económicos, siendo que es gracias a la justicia que se logra la eficacia, por lo que la disyuntiva justicia o eficacia es falsa.
El pendiente en México es hacer de la economía de mercado, en el sentido literal del término, una economía de mercado en el sentido institucional, para lo cual hay que empezar por eliminar el capítulo económico de la Constitución.
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