El Impuesto sobre la Renta (ISR) es abusivo, y lo es por partida doble. Por gravar el ingreso de la gente (¿no tenemos las personas el derecho al producto íntegro de nuestro trabajo?) y por gravarlo a tasas elevadas (la pregunta vuelve a ser la misma: (¿no tenemos las personas el derecho al producto íntegro de nuestro trabajo?).
Cobrar impuestos implica que el gobierno obliga al ciudadano a entregarle, bajo amenaza de castigo (que puede ir desde un recargo, pasando por la confiscación de bienes, hasta la cárcel), parte del producto de su trabajo, y ese poder, el de cobrar impuestos, en manos poco escrupulosas, como por lo general lo son las de los políticos, legisladores, gobernantes y demás presupuestívoros (presupuestívoro: dícese de aquel que vive del presupuesto gubernamental), fácilmente degenera en arbitrario, tal y como es el caso del ISR, tanto por lo que grava (el ingreso de la gente) como por la manera de gravarlo (a tasas elevadas). Pongo un ejemplo, utilizado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Supongamos un trabajador que gana, mensualmente, 9 mil 500 pesos. Según las tarifas del ISR aplicables en 2017, a este trabajador, por concepto del ISR, se le cobrará una cuota fija de 786.54 pesos, y una tasa del 17.92 por ciento sobre el excedente del límite inferior de la tarifa correspondiente, que es de 8 mil 601.51 pesos. Haciendo las cuentas, a este trabajador se le cobran, nada más por concepto del ISR, 1 mil 685.03 pesos, que equivalen al 17.73 por ciento de su ingreso, por lo que su ingreso disponible (el que resta una vez que se pagaron los impuestos) resulta de solamente 7 mil 814.97 pesos, ingreso disponible que se reducirá aun más cada vez que esta persona compre algún bien o servicio gravado con el Impuesto al Valor Agregado (IVA), que es del 16 por ciento.
A esta persona (¡y a todos nosotros!) se la grava cuando trabaja y cuando consume. ¿No resulta un tanto cuanto excesivo?
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