AMLO dijo que “el país está en bancarrota” y que le será difícil atender todas las demandas de la sociedad, pero que sí cumplirá con lo prometido en campaña. Gerardo Esquivel aclaró que la afirmación “el país está en bancarrota” hay que entenderla en el sentido de que hay más demandas de gasto que de recursos, lo cual es normal: las necesidades tienden a ser ilimitadas al tiempo que los recursos disponibles para satisfacerlas son limitados, razón por la cual no todo alcanza para todos, menos en las cantidades que cada uno quisiera, y mucho menos gratis. En una palabra: escasez.
La democracia electoral degenera en mercado electorero, en el cual los candidatos prometen más de lo que podrán cumplir, y no porque, ya en el poder, no quieran cumplir sino porque, dada la escasez, no pueden cumplir: no cuentan con los recursos suficientes para hacerlo. Como lo señaló Esquivel: hay más demandas de gasto que de recursos, y eso sin contar las demandas de la sociedad, sino considerando solamente las promesas de campaña de AMLO. No habrá dinero suficiente para cumplirlas, sobre todo si AMLO cumple su palabra de que no habrá, ni más impuestos, ni más deuda, y de que respetará la autonomía del Banco de México, por la que el Ejecutivo Federal no puede ordenarle producir dinero y dárselo para que lo gaste. Con lo que se pretende ahorrar bajando sueldos y despidiendo gente, y “rescatando” dinero de manos de los corruptos, ¿alcanzará?
Por lo pronto, según cifras preliminares, para el año entrante se prevé un Presupuesto de Egresos de la Federación 7.5 por ciento mayor, en términos nominales, y 4.1 por ciento mayor, en términos reales, que el del 2018, y la pregunta es: con lo que se pretende ahorrar bajando sueldos y despidiendo gente, y con lo que se pretende “rescatar” de la corrupción, ¿alcanzará para, sin aumentar impuestos, sin contraer más deuda, y respetando la autonomía del Banco de México, financiar ese aumento?
Independientemente de si alcanzará o no hay que tener presente tres realidades. Primera: los recursos que gasta el gobierno, de una u otra manera, salieron del bolsillo de la gente. Segunda: ceteris paribus, si el gobierno gasta más los ciudadanos gastan menos (primer costo de oportunidad). Tercera: ceteris paribus, si el gobierno gasta más en X gastará menos en Y (segundo costo de oportunidad). Todo lo anterior quiere decir que el gobierno, igual que las empresas, las familias o las personas, enfrenta la escasez, pero, a diferencia de las personas, las familias o las empresas, cuenta con una ventaja para enfrentarla: puede cobrar más impuestos, puede obligar legalmente a que los ciudadanos le entreguen un mayor parte de sus ingresos, lo cual da como resultado que el gobierno enfrenta una restricción presupuestaria blanda, que puede incentivar el despilfarro, que el gobierno gaste en lo que no debe, tal y como sucede.
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