Me da tristeza que el gobierno del amigo presidente López Obrador tenga como saldo una mayor destrucción que una transformación o construcción.
El abandono del aeropuerto de Texcoco por voluntad del pueblo, expresado en una populista “consulta popular”, inició la pérdida de la confianza en el actual gobierno que, además de violar contratos, marca dos récords en México, uno, gastar más en destruir una obra que en construir otra de menor calidad.
El otro récord, consecuencia de la cancelación de Texcoco, fue contraer una deuda externa, cuyos recursos no se utilizaron, pero se tuvo que cubrir los intereses del préstamo, que se iba a destinar a financiar el aeropuerto de Texcoco.
En un estudio, del 2019, señalé que la cancelación de Texcoco, saldría casi tan cara como construirlo. Hace más de un año, el gobierno calculó que abandonar Texcoco costaría 225 mil millones de pesos, casi el 80% del costo de construirlo.
Los nuevos datos del costo de su cancelación, 332 mil millones, superan en un 16.5% el costo de haberlo terminado. Salió más caro destruirlo que construirlo.
Esa nueva cifra nos lleva a afirmar algo que parece casi increíble, solo concesible en la primera y en la segunda guerra mundial: gastar más en destruir que en construir.
Junto con esa sinrazón se cometió otra, la cancelación de una deuda externa de 6,000 millones de dólares, equivalente aproximadamente a 120 mil millones de pesos, de la que fue necesario pagar sus intereses, si se querían evitar demandas que saldrían más costosas que pagar daños y perjuicios a los tenedores de bonos, emitidos en el mercado internacional para financiar el aeropuerto de Texcoco.
Las pérdidas millonarias por abandonar Texcoco y construir Santa Lucía, cuyo costo actual total es un secreto hasta hoy, no representa ningún ahorro, que además creó incertidumbre para invertir en México y generó innecesariamente millonarias pérdidas netas por una decisión gubernamental equivocada, quizá sin comparación en la historia moderna de México.