El gobierno cobra impuestos porque tiene el poder para obligar al contribuyente, bajo amenaza de castigo, a entregarle parte del producto de su trabajo, poder que, si aceptamos que la persona tiene derecho al producto íntegro de su trabajo, debe justificarse (¿para qué deben cobrarse impuestos?) y limitarse (¿cuántos impuestos deben cobrarse?), algo que en México no sucede.
En México basta y sobra que el Poder Ejecutivo proponga cobrar más y/o mayores impuestos, y que el Legislativo lo apruebe, para que se cobren. Además basta y sobra que el Poder Legislativo, unilateralmente, proponga y apruebe cobrar más y/o mayores impuestos para que el contribuyente tenga que pagarlos.
Lo anterior quiere decir que la discrecionalidad del gobierno a la hora de decidir qué impuestos cobrar, a quién cóbraselos, y a qué tasa cobrarlos, es total, lo cual supone algo muy grave: que el derecho de propiedad sobre nuestros ingresos (cualquier impuesto se paga con el ingreso de alguien) no está, ni plenamente reconocido, ni puntualmente definido, ni jurídicamente garantizado, todo lo cual es propio, no del Estado de Derecho, sino del Estado de chueco, que genera una de la peores inseguridades, la jurídica.
Ejemplo de lo anterior es la propuesta del diputado Jorge Álvarez Máynez, del grupo parlamentario de Movimiento Ciudadano, a favor del impuesto a la herencia, quien propone que se cobre de esta manera (la pésima redacción es responsabilidad de Álvarez Máynez): “I. El impuesto se calculará aplicando una tasa base del 10% únicamente al monto excedente del valor total, cuando este valor total rebase los $10,000,001.00 hasta $50,000,000.99. II. Se aplicará una tasa extra del 20% únicamente al monto que exceda del tope de lo señalado en el numeral I, cuando el valor total del ingreso rebase los $50,000,001.00 hasta $100,000,000.99. III. Se aplicará una tasa extra del 30% únicamente al monto que exceda del tope de lo señalado en el numeral II, cuando el valor total del ingreso rebase los $100,000,001.00 en adelante”, de tal manera que “si una propiedad tiene un valor de 70 millones se gravaría de la siguiente manera. Tendrá una tasa de 10% de impuestos los primeros 40 millones que excede de la base al tope del primer segmento (de 10 a 50 millones) teniendo que pagar sobre este excedente, un monto de 4 millones de pesos en impuestos. Además, se le grabará con el 20% el excedente situado el segundo segmento (de 50 a 100 millones), es decir los 20 millones tendría una tasa del 20%. Por lo tanto, el monto total que se pagaría por concepto de impuestos a las herencias una propiedad con valor de 70 millones sería de 8 millones de pesos, lo que representaría el 11.42% de su valor total”.
¿Qué tenemos? Un ejemplo de la discrecionalidad del gobierno a la hora de decidir qué impuestos cobrar, a qué tasas cobrarlos, y a quién cóbralos. Una muestra del Estado de chueco que padecemos.
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