Escribo este artículo sin conocer los resultados de la visita de AMLO a Trump, visita que, según la versión oficial, tuvo como principal propósito celebrar (¿?) la entrada en vigor del T-MEC, ¡una semana después de que tuvo lugar (el 1 de julio) y sin la presencia de una de las tres partes involucradas (Trudeau, primer ministro de Canadá)!, propósito muy pobre dada la cantidad de temas/problemas binacionales importantes que existen entre México y EUA, oportunidad perdida para tratarlos cara a cara y avanzar en su solución, desde el tema migratorio hasta el tema del contrabando de armas.
Centrando la atención en el tema del T-MEC, AMLO, que en términos generales se ha mostrado favorable al libre comercio, ha dicho que el mismo es una buena herramienta para atraer inversión extranjera directa a México, que produciría bienes y servicios, crearía empleos y generaría ingresos, producción de satisfactores que es la variable con la que se mide el crecimiento de la economía, lo cual nos lleva a esta pregunta: a partir de 1 de julio, con la entrada en vigor el T-MEC, ¿la economía mexicana es más competitiva, más segura y confiable para las inversiones directas, tanto nacionales como extranjeras, de lo que lo fue hasta el 30 de junio, con el TLCAN todavía vigente?
La posibilidad que brinda el T-MEC (de la misma manera que la brindaba el TLCAN) de, habiendo producido en México, poder exportar hacia Estados Unidas y Canadá sin tener que pagar aranceles, es una condición necesaria, pero de ninguna manera suficiente, para atraer inversión directa, nacional y extranjera, hacia México. Una condición insustituible es la confianza que los empresarios tengan en el gobierno mexicano, que se resume en la confianza de que el mismo no violará sus derechos, a la libertad individual para producir, ofrecer y vender, y a la propiedad privada sobre los medios de producción necesarios para poder producir, ofrecer y vender, derechos que el actual gobierno no ha respetado. Botón de muestra fue la cancelación, ¡a partir del resultado de una consulta popular!, de la construcción de la planta cervecera de Constellation Brands (inversión extranjera directa) en Mexicali.
Hay quienes creen que, gracias a la vista, y a la cena que tuvo con 20 empresarios, 10 mexicanos y 10 estadounidenses, AMLO podría cambiar su postura y adoptar una más favorable a la confianza empresarial, a las inversiones directas, al crecimiento económico, cambio de postura que dudo vaya a darse. El problema con las ideas económicas de AMLO es doble. Primero: son equivocadas, contrarias al progreso económico Segundo: son fijas, producto, más que de prejuicios (juicios previos) de caprichos (determinaciones que se toman arbitrariamente), tema que tocaré mañana, en estos Pesos y Contrapesos.
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