En campaña, con relación a sus verdaderas intenciones, es más lo que los candidatos callan que lo que dicen. Los electores que votan por ellos esperan que, de llegar al poder, hagan lo que dijeron que iban a hacer, y que no hagan lo que no dijeron que iban a hacer, sobre todo si es contrario a aquello por lo que los electores votaron.
Pongo el ejemplo de Carlos Salinas de Gortari, quien en la Presidencia hizo cosas que no propuso durante la campaña. Menciono tres: otorgar la autonomía del Banco de México; concesionar el servicio de banca y crédito a la iniciativa privada; negociar el TLC. ¿Hasta qué punto podemos afirmar que, al haber hecho cosas por las cuales ninguno de sus electores votaron, Salinas de Gortari los engañó? ¿No debe el Presidente apegarse al libreto que presentó durante la campaña, por el cual votaron quienes sufragaron a su favor? Si así debe ser, y de no apegarse el Presidente al libreto que presentó, ¿no debe existir una vía legal para reclamárselo? ¿No violó el “contrato” que estableció con sus electores, violación que debe ser sancionada?
Todo candidato presenta un plan de trabajo por el cual votan los electores. Con relación al mismo existen tres posibilidades: 1) que se haga lo que se dijo que se iba a hacer; 2) que se haga, en la misma línea, más de lo que se dijo que se iba a hacer; 3) que se haga algo contrario a lo que se dijo que se iba a hacer. La segunda opción, si lo que se propuso originalmente fue lo correcto, no tendría problema. Por el contrario, si lo propuesto originalmente fue algo incorrecto, sí generaría problemas. La tercera opción, si lo propuesto originalmente fue incorrecto, no tendría problema. Por el contrario, si lo propuesto originalmente fue correcto, sí lo tendría.
Las reflexiones anteriores vienen a cuento porque qué puede pasar si AMLO, de ganar, decide aplicar, por el camino de una mayor intervención gubernamental en la economía, más medidas de las que ha propuesto. Por ejemplo: ha dicho que impondrá precios de garantía (por arriba de los precios de equilibrio, lo cual genera sobreoferta) al maíz, frijol, arroz, trigo, sorgo, leche, carne de res y cerdo, pollo, huevo y pescado. Si AMLO considera que imponer precios de garantía a estos productos es lo correcto, ¿qué nos garantiza que, de ganar, no pretenda, dado que considera que es lo correcto, imponerlos a otros productos, generando enormes distorsiones en los mercados?
Ante la posibilidad de que un candidato proponga políticas económicas equivocadas, y ante la posibilidad de que, de ganar, aplique más políticas económicas equivocadas que las originalmente propuestas, ¿no resulta prudente contar con una institución que obligue el Presidente a hacer solamente lo que propuso como candidato, para que no salga con sorpresas? Esta institución, ¿no debe ser parte de la democracia, que supone no solo el respeto al voto, sino el cumplimiento de lo prometido, y nada más que lo prometido?
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