El Presidente Trump esgrime actualmente los mismos argumentos proteccionistas que a mediados de la década de los 80 defendían los economistas de izquierda en México y de casi todos los países Iberoamericanos. En aquel entonces en los círculos académicos e intelectuales, predominaron las tesis del “deterioro de los términos del intercambio”, del “capitalismo periférico” y de la descapitalización, derivadas de los principios marxistas de la plusvalía y del imperialismo de Lenin. Esas tesis sostienen que la riqueza del capitalismo estadounidense es consecuencia de la explotación a los países Iberoamericanos: somos pobres porque los americanos nos explotan y descapitalizan, se llevan más de lo que invierten.
Esas ideas nutrieron el proteccionismo comercial que prevaleció en México hasta mediados de los años 80, cuando el FMI condicionó a la apertura comercial los préstamos para sacar a México de la quiebra en que lo sumieron las políticas estatistas de incremento del gasto público, burocracia y empresas estatales en los gobiernos de Echeverría y López Portillo.
En los años 70 y 80, la mezcla del marxismo y keynesianismo o neo-socialismo, fundamentó las políticas proteccionistas y de subsidios a empresas estatales y a empresas privadas, para teóricamente contrarrestar el deterioro en la balanza comercial con Estados Unidos. Esos mismos grupos de políticos, funcionarios y académicos neo-socialistas, mezcla de las ideas de Marx y Keynes, se opusieron a la firma del tratado de libre comercio con los Estados Unidos. El argumento era que ese acuerdo aumentaría el déficit en la balanza comercial y el desempleo en México: no al TLCAN, del que solo sacarán provecho los norteamericanos, decían. Pero sucedió todo lo contrario con el TLCAN: de déficit pasó a tener superávit la balanza comercial con EUA y aumentó el empleo en México. El tratado también benefició a la economía norteamericana. Ambos países se beneficiaron, contrariamente a lo que sostiene la teoría de la “suma cero”: en toda relación económica, una parte se enriquece a costa de la otra, lo que no sucedió con el TLCAN, el cual favoreció tanto a México como a EUA y a Canadá.
Ahora el presidente Trump, paradójicamente, acusa a México de aprovecharse de la apertura comercial y de crear desempleo en los Estados Unidos, cuando la realidad nos dice lo contrario.
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Profesor de Economía Política