A pesar del discurso oficialista de austeridad y buen manejo de las finanzas públicas, los números –que no mienten– indican lo contrario. Por ejemplo, la deuda pública se ha disparado nominalmente en los últimos cinco años en más de 40 por ciento, y si bien es cierto que la apreciación del peso frente al dólar ha ayudado a contener el aumento de la deuda externa como porcentaje del PIB, en términos absolutos la deuda total no ha parado de subir de manera preocupante a largo plazo. Y se pondrá peor.
La Ley de Ingresos de la Federación para 2024 (que recién aprobó la Cámara de Diputados) es una clara muestra de cómo se están debilitando los fundamentos económicos de México. Lo más grave es que –según ese mismo ordenamiento– uno de cada cinco pesos de ingresos públicos provendrá de la deuda el año que entra.
Hay que ver las cifras… Tan sólo para 2024, esa ley contempla un incremento de 1.9 billones de pesos en nueva deuda interna, un aumento del 61 por ciento anual en términos reales. Considerando que el presupuesto total de ingresos el próximo año será de 9 billones de pesos, resulta que el 20 por ciento procederá únicamente de mayor endeudamiento.
El mayor gasto público seguirá presionando la demanda interna y, por ende, la inflación. Algunos colegas especialistas consideran que el impacto dependerá de en qué rubros se materialice realmente ese mayor gasto, pero es un hecho que el disparo en el presupuesto sí que se hará sentir en la demanda y precios de la economía nacional. Habrá seguramente también un crecimiento artificialmente inflado en consecuencia.
Como sea, insisto es que ese nivel de gasto deficitario tendrá SÍ O SÍ consecuencias sobre la inflación y en la política monetaria – que maneja Banxico- que son variables fundamentales de nuestra economía.
Inflación, el talón de Aquiles
Ante el escenario planteado de presiones inflacionarias, no es descartable que el Banco de México (Banxico) endurezca más su política monetaria, es decir, que eleve sus tipos de interés. En todo caso, lo menos que se espera es que mantenga las tasas en el nivel actual, tasas que por cierto han servido para apuntalar al peso.
Alfredo Coutiño, director para América Latina de Moody ́s Analytics, lo expone así: la política fiscal expansiva propuesta seguirá alimentando una demanda interna ya acelerada, obligando a Banxico a endurecer más su política monetaria restrictiva para contrarrestar el impacto inflacionario, ya sea con mayores incrementos en la tasa de interés o prolongando más tiempo la pausa actual en el 11.25 por ciento. Estamos de acuerdo.
Otra herramienta al alcance del Instituto Central sería la emisión de Bonos de Regulación Monetaria (Brems) para retirar el exceso de liquidez generado por el aumento del gasto público.
Restricción monetaria, con efectos rezagados
La tasa de interés lleva ya siete meses en el 11.25 por ciento. Si bien esta política monetaria contractiva ha contribuido a moderar las presiones de demanda, su efecto ha sido lento, pues la inflación no ha cedido al ritmo esperado.
Además, el hecho de que Banxico haya postergado (de 2024 a 2025) sus proyecciones sobre el retorno al objetivo inflacionario del 3 por ciento, provoca suspicacias sobre la suficiencia de las acciones hasta ahora implementadas.
El poder de compra seguirá erosionándose
En el contexto actual, como podemos ver, es probable que veamos tasas de interés más elevadas antes que un recorte, pero el problema real está en otra parte. Y es que la manera correcta de ver a la inflación no es como el alza de precios, sino como la erosión continua del poder de compra de nuestros ingresos y ahorros.
Ante ello, más que nunca es importantísimo que los inversionistas mantengan una estrategia conservadora y defensiva colocando su capital en activos refugio reales como el oro físico, materias primas y bienes raíces, que no solo serán los menos afectados en el ambiente inflacionario, sino que gana