El mercado de bonos del gobierno británico es un completo desastre a pesar de la intervención que hizo el Banco de Inglaterra hace unos días. Le cuento: resulta que este mismo martes ese banco central volvió a intervenir con una ampliación de su recompra de bonos gubernamentales de emergencia, lo que revela que está atrapado y que cualquier acción que emprenda para terminar con la inyección de liquidez (Quantitative Easing o QE, en inglés) provocará la caída de los bonos, de la libra esterlina, de sus mercados financieros y hasta de la economía en su conjunto.
El Banco de Inglaterra es así uno de los primeros en revertir de plano el proceso de alza de tasas de interés y de retiro de dinero de la economía. Lo que esto significa es algo que ya sabíamos: el sistema de dinero fíat (sin respaldo) sólo puede funcionar si se mantiene “imprimiendo” dinero de manera continua e infinita, lo que condena a los ingresos y ahorros de los ciudadanos a perder valor también constantemente.
Y es que no es que los precios suban, es el VALOR del dinero lo que se desploma: cada vez se necesita más y más dinero para comprar la misma cantidad de bienes. Una carrera imparable en la que los menos favorecidos siempre se quedan atrás.
Pero vayamos al detalle. En esta ocasión el Banco de Inglaterra amplió sus compras de bonos del Reino Unido – conocidos como “gilts”- por 5,000 millones de libras esterlinas para incluir gilts indexados, que son instrumentos en los que los pagos a los tenedores están referenciados a la inflación.
Cabe recordar que ese banco central hizo su primera intervención de emergencia apenas el 28 de septiembre, después de que una venta sin precedentes de bonos a largo plazo amenazara con colapsar múltiples fondos de inversión.
En un comunicado, la autoridad monetaria señaló que al comienzo de esta semana fue testigo de una nueva “revalorización” (eufemismo para lo que fue un desplome) de la deuda pública británica, en particular de los gilts indexados, y que la disfunción de este mercado con la perspectiva de una dinámica de venta forzosa suponía un riesgo importante para la estabilidad financiera del Reino Unido.
El banco central salió entonces como comprador de deuda de última instancia.
Los rendimientos de los gilts indexados a 10 años del Reino Unido subieron 64 puntos básicos el lunes, lo que significó una enorme caída del precio del 5.5 por ciento.
Recordemos que el rendimiento de los bonos varía de forma inversa al valor de este: si el instrumento se encarece en el mercado secundario el rendimiento que paga será menor (menor tasa), y en cambio si el valor de mercado de los bonos se hunde – como ocurrió en este caso-, los rendimientos suben.
Mientras tanto, los precios de los gilts indexados a 30 años bajaron 16 por ciento. Llama la atención que movimientos de esta magnitud son muy inusuales en los mercados de bonos soberanos de países desarrollados.
A pesar del anuncio que hizo el banco central, la reacción en los mercados de bonos del Reino Unido fue moderada tras el anuncio, por no decir, imperceptible.
Analistas británicos aseguran que la capacidad del Banco de Inglaterra para estabilizar el mercado es limitada, pues los inversores buscan la credibilidad que hay detrás de las proyecciones económicas del gobierno, algo que queda fuera de las competencias del banco. Además, la correlación entre los rendimientos del Tesoro estadounidense a largo plazo y los gilts del Reino Unido también limita el alcance del instituto central.
En general, los analistas opinan que las medidas extraordinarias que lanzó la autoridad monetaria revelan que el problema en el sector de las pensiones es mucho mayor de lo que se pensaba hace una semana. En este sentido, la política de actuar siempre en el último minuto sin poner en marcha un plan más creíble a largo plazo es desconcertante para los mercados.
Incluso Mervyn King, el exgobernador del banco central, advirtió que “el Banco de Inglaterra cometió un terrible error”.
Es probable. Como sea, lo que es un hecho innegable es que lo que hoy pasa en Gran Bretaña es sólo un adelanto de lo que más tarde también le sucederá a la Reserva Federal (Fed) estadounidense, capital emisora del sistema del dólar.
Sí, por ahora con datos de inflación cerca de máximos de 40 años y un mercado laboral relativamente fuerte, las alzas de tasas de interés y el retiro de la liquidez inyectada tras la pandemia, van a continuar. Sin embargo, la economía norteamericana se desacelera y llegará sí o sí una grave recesión el próximo año o dos, cortesía de un alza histórica de tipos de interés de la Fed.
Subir tasas y escasear los dólares es la única receta monetarista que conocen Jerome Powell y el Comité de Mercado Abierto contra la inflación. Hasta ahora la sangría en el mercado de bonos estadounidense ha sido tolerable, pero con el estallido de una recesión, mercados financieros por los suelos, desempleo al alza y un mercado de bonos colapsado, le puedo asegurar que la Fed volverá al ciclo irremediable de baja de tasas e “impresión” monetaria igual que hace ahora el Banco de Inglaterra.
De los dos males – inflación o recesión- la Fed optará por salir de esta última y tolerar más la primera. Los años de inflación elevada, por lo tanto, apenas comienzan y podrían extenderse el resto de la década.