La principal bandera que llevó al triunfo a López Obrador fue la promesa de combatir la corrupción. Sin embargo, casi a la mitad del camino no combatió la corrupción estructuralmente, es decir, corrigiendo las causas y el entorno que la facilita. Hasta ahora el combate a la corrupción lo utiliza básicamente como un distractor y para perseguir a sus enemigos políticos.
Para el presidente no existió la corrupción en los primeros tres años de su gobierno. Sus colaboradores ya le tomaron la medida. En las denuncias sobre corrupción de alguna dependencia gubernamental, los responsables le dicen que son historias inventadas por los neoliberales para desprestigiar a su gobierno, y parece que esa explicación lo satisface.
Su posición hasta ahora es investigar y castigar la corrupción del pasado, lo cual es correcto, siempre y cuando también se investigue y castigue la corrupción del presente.
En la Secretaría de Salubridad y Asistencia se desecharon a la mayoría de los proveedores del sexenio pasado por presunta corrupción, pero la mayoría de nuevos contratos los realizan bajo las mismas prácticas del sexenio pasado. Un proveedor me comentó que ganó un contrato a través de una licitación pública en la Secretaría de Salubridad, pero aludiendo una supuesta pequeña irregularidad en el pasado, le asignaron la compra a otro, que presuntamente les dio dinero. La escasez de medicinas en el gobierno, cuya compra la centralizan en la SSA, la causan los obstáculos y corrupción en la importación y asignación directa de su compra, pero al presidente le dan “otros datos”.
Una de las causas que facilita la corrupción son las adjudicaciones directas o restringidas, que deben ser la excepción. En el actual gobierno hasta el 2020 se mantuvo la misma proporción del pasado, 80%, no mejoró la transparencia. Las licitaciones públicas no rebasaron el 11%.
En el 2020, el porcentaje del monto de recursos entregados por adjudicaciones directas por el gobierno alcanzaron el porcentaje más alto del que se tiene registro (datos IMCO).
Ojalá el presidente López Obrador no solo utilice la corrupción para perseguir a opositores, sino para castigar a los corruptos en su gobierno, que en sus primeros tres años actuaron en una completa impunidad.