Las políticas económicas públicas son un conjunto de directrices en materia económica, cuyo cumplimiento es coercitivo mediante leyes y reglamentos.
Algunos profesores las consideran lógicas y viables, otros las tachan de absurdas; pero, independientemente de lo que opinen los estudiosos sobre su bondad o inutilidad, solo si las adoptan los legisladores o gobernantes de un país para convertirlas en leyes que guíen la actividad económica, para bien o para mal, son políticas económicas.
LOS FINES DE LAS POLÍTICAS PÚBLICAS
Las políticas económicas no deben juzgarse por los buenos deseos de quienes les dan obligatoriedad y vigencia, sino por sus resultados reales.
Una política económica, basada en la buena fe de los legisladores y gobernantes, puede decretar un impuesto de un 90% a las ganancias que superen un millón de pesos mensuales, con el objetivo de redistribuir esa riqueza entre los que tengan ingresos menores a los 5,000 pesos mensuales, pero sus resultados serán diferentes o hasta contrarios a los esperados por los legisladores, que buscan redistribuir la riqueza de los que ganan mucho entre los que menos ganan.
Al final los resultados serán, no sólo basados en la experiencia, también en la lógica económica, menos producción y reinversión entre quienes más producen. No es fácil reconocer esos efectos, porque los fines deseables o teóricos de las políticas económicas, y no sus resultados reales, son frecuentemente los factores más importantes para su aceptación social y aprobación como leyes