En 2019 una de las principales variables que tomaron en cuenta las calificadoras para no bajar más la nota a la deuda del gobierno de México fue su capacidad de pago del servicio de esa deuda: intereses y amortización de capital. Esa capacidad la miden con el llamado superávit primario en las finanzas públicas, remanente que le queda al gobierno después de cubrir todos sus gastos.
En 2019 ese superávit primario alcanzó 1.1% del PIB, mayor al 0.6% alcanzado en 2018. Ese mayor superávit se logró al posponer pagos a proveedores y tomar dinero de fondos de contingencia. Sin esos recursos el superávit hubiera sido aproximadamente de 0.5% del PIB, menor al alcanzado en 2018, logrado con los “gasolinazos”. Al analizar los ingresos y egresos esperados surgen dudas si el nivel mínimo de superávit que piden las calificadoras se sostendrá en el 2020 y no aumente el riesgo de una baja de calificación.
Esa posibilidad la conocen la mayoría de los fondos que compran pesos y traen dólares a México, pero con la moderna tecnología en el mundo financiero internacional, en menos de un minuto compran pesos y entran dólares en México y en el mismo tiempo, venden su posición en pesos mexicanos y se llevan sus dólares.
La causa por la que llega la inversión financiera especulativa o capital golondrina, son los relativos altos intereses que ofrece México. A febrero del 2020 la tasa de interés de referencia, la que marcan los bancos centrales, es de 0% en Europa, 1.5% en EUA, 1.7% en Canadá, 1.7% en Chile, 2.25% en Perú, 4.2% en Brasil y 7% en México, 4.6 veces más alta que en EUA, 4 veces más que en Chile y 3 veces arriba que en Perú.
La inversión financiera especulativa generó desajustes en 1994-95 que pueden repetirse, aunque con menos fuerza, en 2020, si el principal factor que sostiene al peso siguen siendo las entradas de capital financiero externo especulativo y no las expectativas positivas de la economía mexicana.
Pasar por alto dicho peligro por parte del gobierno y del Banco de México, puede crear un problema en el tipo de cambio en un futuro cercano. Para evitarlo es necesario transformar las expectativas negativas en positivas, que implica rectificar errores y asegurarse que se mantendrá un superávit primario suficiente para contar con el flujo necesario de dólares para pagar el servicio de la deuda, sin apostarle a fondos de contingencia o a la permanencia del capital golondrina.