Este lunes pintaba para ser otro día negro en los mercados de valores estadounidenses con los futuros de la bolsa cayendo más de 1%, y si bien en las últimas horas de negociación los principales índices bursátiles lograron revertir las caídas, el miedo sigue presente entre los inversionistas.
Existen dos principales grandes temores que los operadores están evaluando: el endurecimiento de la política monetaria de la Reserva Federal – es decir el inminente inicio de un nuevo ciclo alcista de tasas de interés – y los tambores de guerra por el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Si bien las probabilidades de un abierto conflicto bélico son en realidad mínimas, la incertidumbre abona al nerviosismo y a las caídas en los activos de riesgo.
Esto provocó que las fuertes ventas masivas de la semana pasada se repitieran ayer. Sin embargo, como le digo, el índice bursátil S&P500 recuperó sus pérdidas, terminando con una subida del 0.28 %, el Dow Jones subió 0.29% y el Nasdaq de tecnología ganó un 0.63%.
Pero las caídas se extendieron a otros activos, lo que hizo bajar el precio del petróleo, así como el de bitcoin y otras criptomonedas, aunque al final del día el bitcoin también recuperó algo terreno.
Pero cuidado: un rebote NO es igual a un cambio de tendencia. Es por esa razón que en Top Money Report les pedimos esperar las señales que enviemos mediante nuestro canal privado de Telegram antes de regresar a dichos instrumentos.
Es probable que los mercados de riesgo se mantengan débiles y volátiles por lo menos durante el primer trimestre, por lo que hay que tener calma y mesura para no volver a ellos de manera precipitada.
Y es que los inversionistas se preparan apenas para la reunión del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) del 25 al 26 de enero, donde si bien no subirán los tipos de interés, se espera que den pistas de cuándo comenzarán a retirar la liquidez extraordinaria de los estímulos que han potenciado el crecimiento de la inflación, y de qué tan agresivos serán en sus alzas de tasas.
El presidente de ese banco central, Jerome Powell, deberá ser muy cuidadoso, porque cualquier desliz que indique excesiva preocupación por el alza de precios y/o un tono demasiado “hawkish” (anti-inflacionista), podría provocar un pánico bursátil con potencial de convertirse en un “crack” histórico. Parece más que estamos en 2020 otra vez y no en 2022.
La sacudida ha alcanzado también al mercado de bonos, que nos había acostumbrado a las tasas de rendimiento bajas durante la pandemia, pero que han comenzado a dispararse.
Por si hiciera falta algo que abonara a la incertidumbre inflacionaria, las tensiones entre Rusia y Ucrania aumentan, lo que de rebote podría tener un grave impacto en los flujos de gas. Esto probablemente llevaría al mercado a agregar una vez más una prima de riesgo significativa a los precios de este en Europa. Es posible que un conflicto en Ucrania pudiera interrumpir el flujo de suministros de energía hacia Occidente, enviando los precios de los energéticos a niveles más altos de lo que están ahora, lo que sería literalmente echarle gasolina al fuego inflacionario en el peor momento.
No sorprende entonces que los inversores estén huyendo en estampida hacia los activos refugio, aparentes como el dólar y reales como el oro. Y hacen bien.
El Índice dólar DXY, que mide el desempeño del billete verde frente a seis de sus pares principales, subió hasta las 96.135 unidades ayer por primera vez desde el 10 de enero.
Por su parte, el peso mexicano tuvo una depreciación de 0.35% frente al dólar y se mantuvo cotizando cerca de los $20.60 que sigue siendo barato.
Asimismo, el oro se ha convertido – como siempre- en el gran gigante de pie.
El contrato activo de futuros para entrega en febrero subió $9.90 dólares para ubicarse en $1,841.70 la onza, tras un avance semanal del 1.1%.
Pero la mayor escalada del oro apenas comienza y no debería sorprendernos que suba rumbo a nuevos máximos históricos este año.
Y es que aunque en ocasiones otros activos como el bitcoin se han comportado como activos refugio, sin serlo, en esta ocasión no es una buena señal que la más importante de las criptomonedas esté más correlacionada con los índices bursátiles, lo que ha vuelto los ojos de los capitales hacia la robustez del oro.
La buena noticia es que los inversores más avezados, aprenderán la lección de por qué a pesar del brillante futuro que le espera al bitcoin, no podrá jamás sustituir o reemplazar la solidez, seguridad y refugio definitivo de valor que representa el oro, con sus miles de años de historia monetaria a cuestas.
El mensaje de advertencia que está enviando el rey de los metales es fuerte y claro para quien lo quiera escuchar: no ignoren las señales de que es hora de proteger sus capitales ante las turbulencias que vienen, pues quien se quede sin oro, será como aquellos que se quedaron sin bote salvavidas a bordo del Titánic. No sea de esos.