Definitivamente, la cancelación de la obra del nuevo aeropuerto por parte del nuevo gobierno es considerada por un importante segmento de la población como una decisión equivocada.
Sin embargo, el modo en que se tomó esta decisión es el peor mensaje que se puede enviar al pueblo de México. Se creó una trama perversa para hacernos creer a los mexicanos que esta decisión se derivó de un mandato ciudadano sustentado en una consulta pública.
La realidad es que este montaje que conocimos este pasado fin de semana impacta la credibilidad de las próximas promesas presidenciales y la imagen de todo un gobierno.
Disfrazar de modelo de “democracia participativa” una consulta manipulada, que no cubrió los mínimos estándares de certidumbre respecto a la representatividad de las opiniones, genera un daño grave a la confianza que debe inspirar un gobierno que llega con una legitimidad electoral fuera de dudas.
Vivimos la era de la conectividad en tiempo real, donde el ciudadano típico, a partir de la cámara insertada en casi todos los tipos de teléfonos móviles, recaba testimonios que luego se viralizan en las redes sociales. Esto representa la imposibilidad de ocultar información a una sociedad vigilante y multiplicada por millones de ciudadanos armados de dispositivos móviles.
México vive una crisis de confianza desde hace varios años y este factor es precisamente lo que permitió al nuevo gobierno ganar la elección con el elevado margen que obtuvo. Por ello es imprescindible garantizar la transparencia de las decisiones, a fin de preservar la confianza y credibilidad que deben sustentar la autoridad moral de quien pretenda gobernar con legitimidad democrática.
Como ciudadano se puede estar de acuerdo o nó con la decisión de suspender la construcción del nuevo aeropuerto, pero si las decisiones del país se toman con total transparencia y asumiendo las responsabilidades, seguramente veremos que pasada la polémica de los primeros días y si existen las estrategias para enfrentar las consecuencias, el país terminaría superando la controversia sin conflicto. A final de cuentas se ha elegido a este gobierno para tomar decisiones, lo cual es su atribución natural.
Si la denominada “Cuarta Transformación” significa la renovación moral de México, la forma en que se tomen las decisiones va a ser determinante.
En este contexto moral, las decisiones deben ser tomadas con total transparencia y sin simulaciones. Por tanto, no debe haber consultas amañadas para justificar los planes de gobierno.
La autoridad moral debe ser la columna vertebral de la renovación moral, pues en la política mexicana la forma es fondo.
Este no es el mismo México del sexenio anterior. El de hoy está compuesto por una sociedad sobreinformada por la WEB y empoderada a través de la conectividad en tiempo real que ofrecen las redes sociales.
Por tanto, debe ser tratada con respeto y sin simulaciones de democracia participativa.
Este es el momento de las definiciones; las acciones valen más que las promesas y buenas intenciones. Aún hay tiempo para rectificar.
¿Es importante conocer cuál es la calidad moral de la cuarta transformación?.
¿Usted cómo lo ve?
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