Todo indica que la epidemia de coronavirus (ahora denominado oficialmente COVID19) en China, continúa expandiéndose. Las crónicas hablan de un país virtualmente detenido, al grado de que en la zona de Wuhan, ciudad en la que habría tenido origen la enfermedad, se ha declarado un estado de emergencia equiparable al de una guerra.
La economía china es la segunda más grande del mundo y la más importante entre las economías en desarrollo. Por eso, cuando el gigante asiático “estornuda”, a los mercados emergentes -dependientes sobre todo de la producción y exportación de materias primas-les suele ir bastante mal.
En estos momentos casi todo es pesimismo en cuanto a las previsiones económicas, y aunque es innegable el impacto que tendrá en el crecimiento de aquel país asiático, la economía global no se prevé que entre en recesión este año.
Sin embargo, el “vuelo” de los inversores hacia la aparente seguridad de Estados Unidos y el dólar, seguirá beneficiando de rebote a México y al peso. Nuestra economía no es dependiente de la producción de materias primas como de manufacturas, lo que nos diferencia y aventaja sobre otras naciones en vías de desarrollo.
En este reporte hemos señalado que, si México está en recesión, no ha sido a causa de una crisis estadounidense como en 2008-2009, sino a causa de factores internos de incertidumbre y desconfianza generados por el gobierno federal.
Dicho de otro modo, nuestro país ha sacrificado ya más de año y medio de crecimiento del PIB por los bandazos y caprichos del presidente de la República como cancelar la construcción del NAIM, e iniciar la de una refinería, un aeropuerto y un tren, “elefantes blancos” condenados al fracaso financiero y la generación de pérdidas al país.
En fin. El punto es que la oleada de capitales a Norteamérica seguirá manteniendo la tendencia del tipo de cambio, la inflación y las tasas de interés a la baja. Banco de México recortó esta semana en 25 puntos base su tasa objetivo a 7 por ciento, en lo que seguimos considerando en Top Money Report (TMR) una acción demasiado “tibia” que mantendrá la inversión de la curva de rendimientos, y la atracción de capitales “golondrinos” al mercado financiero, no a la inversión productiva.
Como quiera, la alta demanda de papeles de deuda mexicanos y de nuestra divisa, apuntalará más el valor de nuestra moneda en beneficio de aquellos que sepan “olfatear” grandes ofertas de compra de activos a bajo precio.