Un día sí y otro también el presidente habla de la corrupción. Este es un pretexto para volver a insistir con la etiqueta del neoliberalismo como causante de todos los males del país.
A final de cuentas el neoliberalismo es un concepto abstracto que el pueblo no entiende, pero le ofrece al presidente una oportunidad para plantear una narrativa de diferenciación y confrontación.
Sin embargo, siempre se atasca demagógicamente en los conceptos abstractos. Además, evita hablar de la corrupción “de a pie”, que es como podríamos denominar al flagelo que de modo cotidiano afecta en lo individual al ciudadano.
Ejemplos sobran: corrupción policiaca, inspectores municipales en el “año de Hidalgo”, cobro de “derecho de piso” a manos de delincuentes en contubernio con autoridades, amenaza de multas por infracciones al reglamento de tránsito, las extorsiones a las familias de los reclusos en los penales, entre otras muchas variantes.
Esa corrupción cotidiana que se teje día a día para extorsionar al ciudadano es tolerada por las autoridades porque no tiene repercusión pública; afecta principalmente al ciudadano común, que es transparente para el gobierno.
Por tanto, ¿De cual tipo de corrupción va a hablar en la ONU nuestro presidente?
La corrupción de cuello blanco, que sin duda existe, puede combatirse con sólo instrumentar controles administrativos apoyados en la tecnología informática. Sin embargo, la corrupción cotidiana, que es un cáncer social, pone en evidencia la ausencia de valores y conflictos en la sociedad contemporánea.
Con todo y su complejidad, la corrupción “de a pie” puede combatirse poniendo en juego todos los recursos del estado: judiciales, educativos y utilizando las herramientas de la comunicación pública, que bien sabe utilizar este gobierno.
Sin embargo, no hay interés para enfocarse en ella porque la corrupción “de a pie” pierde el hilo conductor de la confrontación, lo cual, representa un símbolo ideológico de alta rentabilidad.
La corrupción “de a pie”, donde generalmente están involucradas autoridades locales de los poderes ejecutivo y judicial, es manipulada por los superiores jerárquicos.
De este modo vemos que hoy, a partir de componendas entre autoridades y la delincuencia organizada, este tipo de corrupción es la culpable de asesinatos y desapariciones. Sin embargo, de ello no se habla, pues tiene poca capitalización políticamente.
Mejor seguir hablando de Lozoya, que se ha convertido en el símbolo de la podredumbre del neoliberalismo y distrae la atención pública.
COMO ANILLO AL DEDO
Esta frase cobra sentido conforme pasa el tiempo.
Entre los efectos negativos de la pandemia surge uno que el gobierno federal intenta ignorar y es el impacto del confinamiento impuesto por el COVID, en la educación.
Se están ahondando las diferencias socioeconómicas entre los mexicanos a partir del rezago educativo.
La incapacidad de los sectores vulnerables económicamente de acceder a la tecnología para dar seguimiento a los planes escolares de la SEP, tendrá un alto impacto en el futuro de muchas familias mexicanas en el mediano plazo.
La necesidad del uso de la tecnología ahondó el abismo, pues los sectores vulnerables que antes del Covid le apostaban a la educación de sus hijos como un modo de brindarles oportunidades laborales y profesionales de calidad, hoy resulta que por falta de recursos económicos para acceder a dispositivos tecnológicos y conectividad de calidad al internet, quedaron marginados del desarrollo.
Ante la imposibilidad de acceder a la tecnología para dar seguimiento a los planes educativos, un alto porcentaje de familias vulnerables debieron echar mano de los hijos pequeños como fuerza laboral, para así mitigar su pobreza. Con esto se canceló la oportunidad de desarrollo y crecimiento económico para este perfil de familia, pues se truncó la educación, ya que esos niños difícilmente regresarán a la escuela.
Si el conocimiento hace libres a las personas, el retorno a la ignorancia como efecto del saldo negativo del Covid en el ámbito social, favorece al control de la reserva electoral, que es la prioridad gubernamental.
Ante este panorama la sociedad debe participar a través de las fundaciones filantrópicas en una cruzada para cerrar la brecha socioeconómica a través de educación equitativa, como lo ha hecho desde hace 22 años la Fundación UNETE, que ha dotado de equipos de cómputo a escuelas públicas del ámbito rural, así como a las que están en comunidades apartadas.
Pese a todos los obstáculos, es la sociedad la que puede subsanar este tipo de limitaciones.
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