Intenciones, costo

En México mueren al año, por accidentes de tránsito, unas 25 mil personas. ¿Hay manera de evitar esas muertes? Sí. ¿Por qué no se evitan? Por el costo que supondría para el resto de las personas. Más allá de las buenas intenciones, que pueden serlo, debemos preguntarnos por el costo de llevarlas a la práctica.

¿Qué debe hacerse para evitar la muerte en accidentes de tránsito? Prohibir el uso de vehículos automotores de cualquier tipo. Si se impusiera esa prohibición se terminaría, total y definitivamente, con las muertes ocasionadas por accidentes de tránsito. ¿Por qué no se hace? Por el costo que supondría para el resto de las personas.

Imaginemos lo que pasaría si, prohibido el uso de cualquier tipo de vehículo automotor, desde coches para uso personal hasta camiones para transporte de mercancías, desde motocicletas de repartidores hasta taxis de servicio público, tuviéramos que recurrir, dado que seguiríamos yendo y viniendo, llevando y trayendo, a carretas tiradas por animales, como era antes de la aparición de los automotores movidos por gasolina, diesel o electricidad. Imaginemos el costo, para empezar por la pérdida de velocidad, y para terminar por las heces de los animales, tanto en términos económicos como ecológicos.

Dado que no conviene reducir a cero la probabilidad de muertes por accidentes de tránsito, prohibiendo el uso de vehículos automotores, es que se opta por minimizarla lo más posible, para lo cual se exigen, desde requisitos para conducir (por ejemplo: exámenes de manejo), hasta respeto a ciertas reglas (por ejemplo: límites de velocidad), medidas que, si son prudentes, y tienen como único fin reducir la probabilidad de accidentes, deben observarse.

Lo anterior viene a cuanto porque, ante las muertes que puede ocasionar el contagio del coronavirus, se aplican medidas extremas, como prohibir las actividades económicas consideradas no esenciales (en el ejemplo: prohibir el uso de vehículos automotores), sin conformarse con exigir el cumplimiento de medidas menos extremas, como el uso del cubrebocas, el lavado frecuente de manos, el mantener la sana distancia (en el ejemplo: respetar los límites de velocidad), lo cual genera, en términos de pérdida de puestos de trabajo y fuentes de ingreso, de consumo y bienestar, un costo excesivo, para evitar la muerte, por coronavirus, de un porcentaje que difícilmente llegará al 0.2 por ciento de la población.

La salud y la vida no deben defenderse a cualquier costo, precisamente lo que mucha gente demanda hoy. Son quienes afirman que primero la salud y la vida, y luego la economía, afirmación que puedes hacer si tienes resuelto el problema económico, si puedes consumir sin generar ingresos, si tienes ahorros. ¿Cuántas familias, en México, están en este supuesto?

E-mail: arturodamm@prodigy.net.mx

Twitter: @ArturoDammArnal

Ricardo Homs

Vicepresidente de la Academia Mexicana de la Comunicación, autor y conferenciante. Experto en liderazgo social, estrategias competitivas de negocios, marketing político y posicionamiento.