Un factor que afecta la inversión y el crecimiento son los impuestos. A mayores impuestos, menor inversión, y a menor inversión, menos crecimiento y empleos. Las utilidades o ganancias son precursoras de la inversión. Si tenemos 10 de ganancias y 3 de impuestos, hay 7 disponibles para invertir. Si los impuestos toman 5, quedan 5 para crecer y crear empleos.
En México hay quienes dicen que los impuestos son bajos, basados en el porcentaje de captación con relación al PIB, indicador equivocado para medir la presión fiscal. Paradójicamente, la captación fiscal/PIB es baja porque los impuestos son altos, y más de la mitad de los mexicanos prefieren vivir en la informalidad para evadir impuestos, aunque se les dificulte crecer como empresarios y sean considerados como delincuentes por quienes la mayoría de las veces malgastan o se roban impunemente los impuestos.
El impuesto al ingreso de las empresas (ISR) es del 15% en Canadá, 21% en Estados Unidos y del 30% en México. Los impuestos al consumo son de más del doble en México (16%) que en California (7.25%) y en Texas (6.25), y más del tripe que el impuesto federal al consumo en Canadá (5%). La reducción temporal, 2019 y 2020, de impuestos en la frontera norte a 8% el IVA y 20% el ISR, para estimular la inversión, es positiva; pero por su temporalidad solo benefició a las inversiones existentes, no impulsó nuevas. Si la hicieran permanente y en todo el territorio, habría más crecimiento y empleos.
Un estudio de Doing Business 2019, del Banco Mundial, deja claro la gran carga fiscal que atrasa el desarrollo de México. La tasa tributaria total sobre el porcentaje de utilidades comerciales es de 24.5% en Canadá, de 36.6 en Estados Unidos y de 55.1% en México: de cada 10 pesos que gana una empresa, contabilizando todos los tipos de impuestos que recaen sobre sus ganancias, más de la mitad las transmite al gobierno, y menos de la mitad le quedan para invertir y repartir entre los accionistas, que todavía pagan otros impuestos más.
Los gobernantes casi siempre dicen que necesitan más ingresos para impulsar el crecimiento y el empleo, pero la aritmética y la experiencia nos enseñan que, a mayor gasto público y más impuestos, menos inversión, menos crecimiento, menos empleos y más pobreza. Si queremos crecer, el camino es reducir impuestos, lo que implica reducir el gasto, la mayoría del cual no se traduce en crecimiento ni en un mayor bienestar social.