Impulsado por un exacerbado optimismo en la economía mexicana, apenas la semana pasada el “superpeso” alcanzó un máximo de casi nueve años en el tipo de cambio, mientras que las apuestas a su favor continúan muy cargadas en el mercado de futuros, pero pasando por alto ciertos datos que dejan ver que el mañana de México quizá no prometa ser tan brillante como creen algunos inversores, sobre todo extranjeros.
El pasado día 27, la moneda mexicana cotizó hasta en 16.61 unidades por dólar, empujada –principalmente– por una elevada tasa de interés, que sigue así con todo y el recorte de tipos que recién hizo la Junta de Gobierno del Banco de México (Banxico) al pasar del 11.25 al 11 por ciento.
Lo anterior ocurre cuando la tasa de interés en Estados Unidos se mantiene muy por debajo -entre 5.25 y 5.5 por ciento-, lo que desincentiva a quienes tienen liquidez allá y mejor dirigen hacia México sus flujos de inversión.
Deslumbrados por el premio que pagan los bonos de deuda mexicanos, a los ojos de inversores extranjeros la economía mexicana también luce fuerte por datos como la tasa de desempleo, muy baja en febrero, del 2.5 por ciento, su menor nivel en los últimos 10 meses, y por las remesas en máximos, que en 2023 sumaron 63,313 millones de dólares.
Asimismo están las perspectivas económicas del país a mediano plazo, principalmente por el nearshoring, una realidad engañosa en México, porque al revisar las cifras de inversión extranjera directa (IED) resulta que los flujos de inversión nueva –no reinversiones– están en mínimos históricos.
Es decir el que el nearshoring es otra buena promesa pero que no se está cumpliendo todavía en la realidad.
Deuda y déficit que comprometen al próximo gobierno
Esa información tan positiva que se publicita por el gobierno, analistas y medios extranjeros – que pasa por alto la realidad del histórico déficit fiscal y del acelerado crecimiento de la deuda pública actuales-, resulta clave para el movimiento de miles de millones de dólares que, de forma automatizada, aumentan el optimismo de los grandes fondos de inversión sobre el peso. Un círculo virtuoso.
Eso explica las apuestas especulativas que continúan muy cargadas a favor de nuestra moneda.
“Los datos de la Comisión de Comercio de Futuros de Materias Primas de los EE.UU. sugieren que el mercado de futuros mantiene grandes posiciones especulativas netas en el peso mexicano (alcistas), y en el yen japonés y el dólar australiano (bajistas)”, compartió desde su cuenta de X Daan Steenkamp, CEO de la empresa de tecnología de la información Codera Analytics.
Por lo general, saber esto no es muy útil para conocer el comportamiento del “superpeso” en los próximos meses, pero sí nos ayuda a explicar y entender el porqué de su sobrevaluación de los últimos meses.
Ahora bien: ¿Qué pasa con los “otros datos” que están pasando por alto los inversores extranjeros? Continúan empeorando de manera acelerada.
De hecho, la misma Secretaría de Hacienda perfila ya una deuda del 50.2 por ciento del PIB para finales de 2024.
El déficit para este año, dice, será como mínimo del 5 por ciento del PIB y la dependencia pronostica (desea) que se reduzca a la mitad en 2025, según lo dado a conocer en los Pre-Criterios Generales de Política Económica publicados la semana pasada.
El problema con eso es que NO estará en sus manos reducir el presupuesto simplemente porque este gobierno ya se va. O sea que le están diciendo desde ahora al siguiente gobierno que deberá recortar el gasto, y como lo haga será su problema. Una bomba de tiempo.
Un asunto de veras delicado que nos pone entre la espada y la pared, pues dejar de gastar tan fuerte implicaría una gran desaceleración económica, y continuar el nivel de derroche actual, asegura una crisis grave más adelante.
Como le digo, los fundamentos económicos del país continúan siendo comprometidos en el largo plazo, pero resulta evidente que el problema le tocará resolverlo (o empeorarlo) a la próxima presidenta de México.