La economía estadounidense muestra ya preocupantes signos de estanflación, y cómo no pensarlo si da claras señales de una pronta recesión acompañada de una alta inflación, con un fuerte aumento en el gasto del consumidor pero una marcada desaceleración del crecimiento. Y tal escenario también amenaza a Europa y otras partes del mundo.
Le digo esto luego de revisar la primera estimación de crecimiento del PIB del Departamento de Comercio de Estados Unidos (DoC), de la cual se desprende que la economía del país creció a una tasa anualizada del 1.1 por ciento de enero a marzo, cifra significativamente menor que el 2.6 por ciento registrado en el último trimestre de 2022 y muy por debajo de la previsión de los analistas del 1.9 por ciento.
Mientras –y en sentido contrario–, el gasto del consumidor (PCE, por sus siglas en inglés) siguió siendo impresionante, con un aumento del 3.7 por ciento, lo que compensó, en parte, una gran caída de la inversión empresarial, que apenas subió un 0.7 por ciento.
Añada a este último dato que las empresas estadounidenses redujeron dramáticamente la tasa de producción de bienes. Los inventarios cayeron en 1,600 millones de dólares, en comparación con el aumento de 136,000 millones registrado en octubre-diciembre del año pasado, ya que diminuyeron la capacidad de producción, despidieron personal y anticiparon una demanda final más débil.
Esa baja en los inventarios le restó 2.3 por ciento al crecimiento del PIB real estadounidense, mientras que el gasto del consumidor le sumó 2.5 por ciento.
Lo que ahora preocupa a muchos es que la tendencia de mejoras en el gasto del consumidor no continúe en la segunda mitad de 2023. Y con las presiones de precios aún elevadas, la estanflación se perfila como una amenaza real para la economía estadounidense.
De hecho, el gasto del consumidor –una de las medidas de inflación preferidas por la Reserva Federal (Fed) de Estados Unidos– aceleró su ritmo a 4.9 por ciento en los tres primeros meses del año, superando el 4.4 por ciento registrado a finales del año pasado.
Las cifras de inflación –superiores a las previstas– sugieren que el deflactor del PCE podría seguir subiendo, dice la estratega jefe de tasas de interés de Bloomberg Intelligence, Ira Jersey. Y estamos de acuerdo.
Sin tregua, la preocupación de los mercados
Creemos probable también que la Fed aumente las tasas de interés en 25 puntos base en la reunión de esta semana que viene, con otra subida en junio todavía sobre la mesa, aunque Jersey también señala que el consumo más débil de lo esperado –en los datos apenas publicados– llama a la cautela en el ciclo de endurecimiento del banco central (con retiro de liquidez y alza de tazas de interés).
Más pesimista, Chris Zaccarelli, director de inversiones de Independent Advisor Alliance, califica los datos del DoC como “lo peor de ambos mundos”.
A decir de Zaccarelli, la Fed podría verse obligada a subir aún más las tasas de interés para frenar la inflación, aunque la economía se ralentice, y la estanflación podría convertirse en una posibilidad real, lo que aumentaría la preocupación de los mercados.
La decisión de política monetaria de la Reserva Federal, prevista para esta semana, será seguida de cerca por los participantes del mercado, que intentan evaluar el impacto del aumento de la inflación en la economía y el sistema financiero.
Pero el riesgo de estanflación no se da sólo en Estados Unidos, sino también en Europa, advierte Sven R. Larson, doctor en economía por la Universidad de Roskilde (Dinamarca), pues mientras el viejo continente emerge lentamente de la dolorosa experiencia inflacionista del último año y medio, una nueva amenaza se cierne sobre su economía: la recesión.
Se ha producido un cambio en una de las relaciones macroeconómicas más importantes, la que existe entre la inflación y el desempleo (conocida como curva de Phillips), pues está siendo sustituida por una relación coherente con la estanflación. “En otras palabras –subraya Larson–, el riesgo de estanflación en Europa ha aumentado”.
México crece todavía pero la inflación seguirá siendo un problema
Visto ya lo que ocurre en Estados Unidos y Europa, déjeme compartirle que en México los datos de crecimiento han continuado relativamente fuertes, con un avance del 1.1 por ciento en el primer trimestre respecto al cuarto trimestre de 2022.
Pero el ciclo de crecimiento mexicano suele estar uno o dos trimestres rezagado con relación al estadounidense, por lo que creemos que el impacto de la desaceleración se sentirá en la segunda mitad del año, en tanto que la inflación, en especial en su indicador subyacente, sigue sin perder presión al mismo ritmo que la inflación general.
Podemos esperar que el Banco de México (Banxico) detenga su alza de tasas muy pronto, pero estamos aún muy lejos de comenzar un ciclo bajista de tipos de interés.
En suma: los bancos centrales siguen entre la espada de la inflación y la pared de la recesión. Las apuestas mayoritarias están del lado de que la Fed preferiría asumir una inflación alta que soportar un desplome de los mercados financieros. En este espacio, sin embargo, pensamos que ése es un gran error.
Pronto descubriremos si estamos en lo correcto: cuando todos esperan que algo ocurra, suele suceder lo opuesto, y podría llevar a pérdidas catastróficas a todos aquellos que no tengan oro, dólares y otros activos refugio tangibles. Es momento de ser precavidos.