Las ganancias netas de la gran mayoría de los empresarios que crean o transportan productos, y transfieren vía impuestos más de la mitad a los gobernantes, 55% en México, según datos del Banco Mundial, son menores a los recursos que manejan discrecionalmente los funcionarios en el socialismo real o capitalismo de Estado. Es más fácil enriquecerse como alto burócrata en un país donde el gobierno maneja y subsidia a las empresas más importantes, como las petroleras y eléctricas en México y Venezuela.
Una familia de empresarios mexicanos exitosos, ganaron durante tres generaciones de trabajo, de arriesgar su capital, crear empleos y pagar impuestos, menos que lo acumulado ilícitamente por muchos gobernadores y funcionarios del gobierno federal de México en un año de mantenerse en sus puestos.
La familia del presidente socialista Chávez atesoró más millones en 15 años que estuvo en el poder que el 95% de los empresarios. Su heredero Maduro, con 8 años en el poder, maneja más dinero que cualquier empresario en Venezuela.
Los gobernantes socialistas utilizan la ficción de combatir la desigualdad para disponer de más recursos. Hacen creer al “pueblo bueno” que, al quitarle a los empresarios la mayor parte de sus ganancias, lo que reduce la inversión, el crecimiento y la creación de empleos, y repartirlas teóricamente entre los pobres, aunque en realidad las distribuyen con un criterio de compra de votos, van a lograr una sociedad igualitaria y justa.
El problema social no es la desigualdad sino la pobreza, los trabajadores pobres no quieren ser iguales, sino mejores. Las teorías marxistas, instrumento de los socialistas, le inyectan odio al pueblo contra quien tiene recursos y descalifican al que triunfa económicamente con su esfuerzo.
Ningún país socialista, que son en la realidad capitalismos de Estado, redujo la pobreza donde se instrumentó en el siglo XX y lo que va del XXI, solo generó la emigración de millones de sus habitantes hacia países capitalistas, para buscar empleos y mejor nivel de vida.
A pesar del fracaso del socialismo, sin ningún ejemplo de éxito, seguirá vigente, pues es un gran negocio para los gobernantes socialistas, a quienes les reditúa mucho más su puesto, sin arriesgar su capital, que a la gran mayoría de capitalistas privados sus empresas.