El problema no es equivocarse, sino persistir en errores cuyos resultados implicarán enormes gastos de recursos fiscales sin ningún beneficio social.
Cuando el presidente López Obrador expresó que una solución era rifar el avión presidencial, miembros incondicionales de su equipo, en lugar de convencerlo que no era posible esa salida, ni financiera ni políticamente, empezaron a decir que se podía implementar a través de la Lotería Nacional. Ahora el Presidente es blanco de burlas por esa afirmación.
En su carácter de Presidente electo, les dijo a empresarios que ellos debían construir el aeropuerto, y un grupo de empresarios aceptó; pero un asesor-constructor, que participó en las licitaciones del aeropuerto de Texcoco y perdió, lo convenció que había corrupción en ese proyecto, era muy caro y, sin escuchar opiniones de organismos especialistas en espacios aéreos y construcción de aeropuertos, liquidó Texcoco.
Los costos calculados por cancelar los contratos ya firmados para Texcoco, lo construido hasta el momento de su cancelación y la construcción y agrandamiento de los nuevos, implica un mayor costo y aeropuertos con menos capacidad de transporte. No hubo uno de sus asesores y colaboradores que lo convenciera que esa decisión crearía incertidumbre entre inversionistas y saldría “más caro el caldo que las albóndigas”.
Abandonar las rondas petroleras, que asignan zonas para que empresas privadas perforen pozos, por motivos más ideológicos que económicos, es también un grave error. Pemex, aunque el gobierno federal le transfiera millonarios subsidios, no son suficientes para explotar todos los campos listos para extraer petróleo, aumentar la producción a niveles requeridos y volverse una empresa productiva. Una historia parecida sucede con el proyecto de la refinería de Dos Bocas, de la que el Instituto Mexicano del Petróleo señaló que el lugar no era el conveniente y tendría pérdidas por 20 años. Otro proyecto sin sustentos suficientes es el Tren Maya.
Si el Presidente insiste en esos proyectos, sin evaluar todas sus consecuencias financieras y políticas, serán la causa de iguales o mayores saldos negativos en la economía el 2020.