Al igual que lo ocurrido en el Reino Unido, el mercado de bonos de Estados Unidos comienza a mostrar síntomas iniciales de falta liquidez, por lo que las autoridades ya se encaminan hacia un inédito y nuevo programa de compra de títulos.
De acuerdo con información de Reuters y The Wall Street Journal, el Departamento del Tesoro está preguntando a los operadores primarios sobre la posibilidad de comenzar a comprar parte de su deuda más antigua para ayudar al mercado de bonos, que es el más grande del mundo y se calcula en 24 billones de dólares.
En esencia el Tesoro quiere saber los detalles de cómo podrían funcionar las recompras para evaluar mejor los pros y contras de implementar un programa de esas características. Entre ellas, la cantidad que necesitaría comprar en los llamados bonos del Tesoro fuera de circulación, que son emisiones más antiguas y menos líquidas, para mejorar “significativamente” la liquidez de estos valores.
Este plan sería inédito en el mercado de deuda pública de Estados Unidos al proporcionar una nueva herramienta para que el Tesoro ayude a la liquidez del mercado, afectada por la creciente volatilidad a medida que la Reserva Federal (Fed) norteamericana sube de manera rápida las tasas de interés para reducir la inflación.
Como “ventaja”, la recompra de bonos del Tesoro fuera de circulación podría aumentar la liquidez de las emisiones pendientes y los mecanismos de recompra podrían ayudar a contener las oscilaciones de precios de las letras del Tesoro, que son valores a corto plazo.
Sin embargo, en los bonos a más largo plazo, los inversores creen que una de las principales limitaciones de la liquidez es el resultado de una norma introducida por la Fed tras la crisis financiera de 2008, que exige a los intermediarios mantener capital frente a los bonos del Tesoro, limitando su capacidad para asumir riesgos en momentos de alta volatilidad.
Por otro lado, el Comité Consultivo de Empréstitos del Tesoro, que es un grupo de bancos e inversores asesores del gobierno, advierten que si bien las recompras podrían mejorar la liquidez y reducir la volatilidad, la necesidad de financiar las recompras con una mayor emisión de nuevos títulos (deuda) podría aumentar los rendimientos y ser contraria a los resultados que espera el gobierno. Un remedio peor que la enfermedad.
Como usted recordará – y abordamos aquí en la semana pasada en el artículo “Reino Unido: su mercado de bonos y la lección para la Fed”-, esta propuesta de Washington llega después de que el Banco de Inglaterra se viera forzado a intervenir con un programa de emergencia para comprar temporalmente su deuda soberana (bonos “gilt”).
Esta volatilidad ha surgido en un momento en que los bancos centrales de todo el mundo se esfuerzan por combatir la creciente inflación elevando las tasas de interés, pero tras la debacle de la libra y de los “gilts”, el banco central británico se convirtió en uno de los primeros en demostrar la debilidad sistémica del dinero fíat: cuando dejan de “imprimir” dinero para monetizar la deuda del gobierno, el “castillo de naipes” de los bonos se tambalea y tienen que regresar a apuntalarlo con más compras para inyectarle liquidez.
¡Es un callejón sin salida!
Es en estas circunstancias que la propia Fed comenzó a acelerar el ritmo de reducción de su balance este otoño, dejando que venzan más bonos que posee. También ha dejado de ser un participante activo en el mercado secundario de valores del Tesoro, lo que genera preocupación por los posibles estragos y por quién podría aparecer como comprador de última instancia.
Diversos analistas institucionales e independientes habíamos comentado ya que la reciente volatilidad en el mercado de “gilts” del Reino Unido podría haber sido un botón de muestra y un catalizador para que el Tesoro estadounidense y la Fed volvieran a incluir las recompras en la agenda, lo que ahora gracias a las filtraciones reportadas por los medios sabemos que es una consideración real.
Cuenta regresiva para una nueva Gran Recesión
El desastre provocado por autoridades financieras y monetarias tras la pandemia es histórico. Ahora – fieles a su estilo- tendremos que pagar todos para socializar las pérdidas que sus malas decisiones provocaron en Estados Unidos, Europa, China, Japón, México y toda Latinoamérica. En todas partes, pues. Declarar confinamientos obligatorios que asfixiaron la oferta y la cadena de distribución de mercancías con la quiebra de miles de empresas, es hoy una causa fundamental de la inflación que nos aqueja.
A ese “incendio” inflacionario los bancos centrales del orbe le arrojaron gasolina monetaria con la mayor inyección de dinero líquido de toda la historia, y una baja de tasas de interés a niveles cercanos a cero, de manera coordinada. Por si fuera poco, en países desarrollados los gobiernos regalaron dinero público a los ciudadanos para “sobrevivir” el cese de actividades. Una “tormenta inflacionaria perfecta” de la que algunos advertimos en su momento.
Ya es tarde. Ahora, para tratar de componer el desajuste provocado, la Fed y casi todos los bancos centrales han comenzado a retirar liquidez. El Banco de Inglaterra fue el primero en “tirar la toalla”. La Fed, no obstante, todavía seguirá contrayendo la base monetaria y subirá más los tipos de interés para contener la espiral ascendente de precios en Estados Unidos. Lo logrará: pero para entonces habrá provocado otra Gran Recesión y un colapso mayor de las bolsas de valores y activos de riesgo. ¡Manténgase alejado de ellos! Con “el colapso de todo”, los inversionistas ganadores serán quienes estén más líquidos y en activos refugio, mientras que el capital de los demás, será aniquilado.