Las encuestas se están convirtiendo en un referente fundamental para entender el desempeño de las campañas electorales.
Sin embargo, lo mismo nos ayudan a vislumbrar quien podría ser el ganador, que hay quienes deliberadamente las utilizan para manipular la percepción ciudadana en buscar del llamado “voto útil”, convirtiéndolas así en un elemento de promoción.
Ha habido campañas donde las encuestas han fallado y siembran desconcierto cuando el candidato favorito en las encuestas pierde la elección frente a otro de los contendientes.
¿Dejaron de ser confiables?
Por lo anterior, conviene hacer ciertas reflexiones que nos ayuden a entender qué está sucediendo.
Primeramente, debemos recordar que una encuesta es una radiografía válida solo en el momento en que las personas encuestadas responden. O sea, refleja la decisión del momento específico. Sin embargo, si la votación se llevará a cabo más adelante, entonces las respuestas se convierten simplemente en un “indicador” de una tendencia pública.
Es importante destacar que en los últimos años el contexto ha cambiado porque las personas ya no actuamos como antes, ya que hemos estado expuestos a experiencias y estímulos que nos impactan y nos vuelven desconfiados y nos ponen a la defensiva.
Además, las opiniones hoy se han vuelto cambiantes y volátiles como respuesta al bombardeo de noticias que nos impactan y continuamente nos hacen cambiar de parecer. Las continuas acusaciones y descalificaciones entre candidatos nos obligan a cambiar de opinión continuamente, por lo menos mientras descubrimos si la acusación es verídica o falsa.
El que yo tenga una intención de voto hoy, no implica que con más información yo cambie de parecer y me decida por otorgarlo a otro de los candidatos.
Otro aspecto relevante es que el número de posibles entrevistados que rechazan contestar la encuesta ha aumentado drásticamente. Posiblemente haya zonas del país donde de cada diez intentos de entrevista, sólo dos o tres personas accedan a contestar el cuestionario.
Además, hay regiones del país sumamente peligrosas, donde es imposible entrar a encuestar si antes no se obtiene la autorización de los jefes de plaza del cártel que domina la región. Es lógico pensar que muchas empresas encuestadoras simplemente evitan trabajar en esas regiones y esto modifica la representatividad estadística del estudio y los resultados a nivel nacional.
En estas regiones el crimen organizado amenaza a los votantes para que decidan por el candidato a quien ellos apoyan. De este modo, aún en el caso que alguna casa encuestadora pudiera aplicar los cuestionarios, el temor de la gente afecta, pues o impide que acepten participar del estudio, o de plano responden lo que saben que deben responder, pero el día de la votación en la casilla lo hacen por quien desean.
Las encuestas, para tener validez estadística deben cubrir requisitos de representatividad en la conformación de la muestra representativa, o sea la selección de las personas que deben ser entrevistadas.
Hoy que el rechazo a dejarse entrevistar es alto, que algunas regiones del país se vuelven peligrosas y posiblemente sean ignoradas; que la gente por temor a represalias no externe respuestas honestas que reflejen su auténtica intención de voto; o vemos que hay lugares que no son muy peligrosos pero donde los caciques o la maquinaria gubernamental coacciona a quienes son beneficiarios de programas de seguridad social que reciben cheques o despensas, para obligarlos a votar por un candidato, nos hacen reconocer que hay variables o circunstancias que pueden influir en la respuesta pero no en el voto y esto impacta la exactitud de los resultados de las encuestas.
En todo el mundo se percibe este fenómeno de falta de exactitud de las encuestas y se creó la teoría de la “espiral del silencio” para tratar de explicar por qué la gente puede no decir la verdad en las encuestas. Sin embargo, en México este riesgo se rebasa con creces.
Generalmente las encuestas traen un margen de error de mas tres o menos tres por ciento y un nivel de confianza de 95%.
Podemos concluir que se ha perdido la exactitud, pues se dificulta hoy respetar la representatividad probabilística de la conformación de la muestra.
Sin embargo las encuestas siguen siendo un importante indicador cuando son realizadas por empresas profesionales y confiables. Por ello, antes de dar credibilidad a un estudio de opinión, es importante identificar quienes están detrás de esta encuesta.
¿Usted cómo lo ve?
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