El olor a tinta fresca inunda a Estados Unidos (y México), ya que el gobierno de aquel país ha puesto a trabajar a toda marcha sus imprentas de papel moneda, generando recientemente la asombrosa cantidad de 756,096,000 billetes de 50 dólares, en respuesta a una creciente tendencia entre sus ciudadanos: la acumulación de efectivo físico. ¿Pero por qué esa búsqueda de liquidez, vaya, de seguridad financiera?
La Oficina de Grabado e Impresión, responsable de la producción de dinero en EU, ha sido la artífice de esa avalancha de billetes.
¿Pero qué hay detrás de tan sorprendente aumento en los requerimientos de efectivo? Una persistente demanda de la población americana por tener dinero tangible, un fenómeno particularmente inusual en esta era dominada por los pagos electrónicos y las transacciones sin contacto tras la pandemia de covid-19.
Según el Banco de la Reserva Federal de San Francisco, la Encuesta del Diario de la Fed revela que la incertidumbre económica, agravada por las secuelas de la pandemia, impulsa dicha búsqueda de “seguridad” financiera que le da el efectivo a las personas. Falsa protección, por cierto, pues guardar dinero “debajo del colchón” garantiza perder poder de compra, en especial con las altas tasas de inflación actuales.
Aunque ha disminuido el uso de efectivo en transacciones cotidianas, la demanda agregada de billetes ha aumentado el 28 por ciento desde febrero de 2020, superando los 2.23 billones de dólares. Y es aún más paradójico que –según el mismo estudio– un abrumador 93 por ciento de los encuestados no tienen intenciones de abandonar el uso de dinero contante y sonante.
La explicación radica justo en que las personas no están acumulando efectivo para gastar, sino por temor a una posible crisis, recesión, quiebra bancaria, cierre de bancos, etcétera.
La educación financiera en tiempos de incertidumbre
Esta tendencia, sin embargo, constituye un error desde el punto de vista de las finanzas personales, sencillamente porque el efectivo no genera rendimientos, y sí pierde valor precisamente por la emisión infinita de deuda y la impresión monetaria física, además de la creación de dinero –todavía más grande– en forma digital.
Hay, no obstante, una manera correcta de acumular poder líquido como el del efectivo: los inversores más avezados –que también buscan tener liquidez– recurren al oro físico (en primer lugar) y al bitcoin.
No por nada el metal precioso, un viejo indicador de la confianza en la estabilidad económica, esta semana alcanzó un nuevo récord histórico al superar los 2,130 dólares la onza. Simultáneamente, el mercado de las criptos renació, liderado por el emblemático bitcoin, que superó la marca de los 40,000 dólares por primera vez desde mayo de 2022.