Austeridad y sobriedad

Se expidió la Ley Federal de Austeridad Republicana del Estado, LFARE. Lo primero que hay que decir es que el gasto del gobierno, antes que austero, debe ser eficaz, capaz de lograr los fines propuestos, para lo cual debe ser, antes que austero, suficiente y ¡obviamente!, ejercido con honestidad.

Además de la palabra austeridad, otra que aparece con frecuencia en la LFARE es sobriedad. Cito: “La austeridad republicana de Estado es un modo de vida democrático sustentado en el interés general, en la sobriedad de la vida pública y privada y en la entrega abnegada al cumplimento del mandato popular”. Centro la atención en las dos palabras:  austeridad, sobriedad.

Que el gasto del gobierno sea suficiente quiere decir, ni más ni menos, eso: que no sobre (exceso) y que no falte (defecto).

Que el gasto gubernamental sea manejado con honestidad quiere decir, ni más ni menos, eso: que todo peso llegue a donde debe llegar, según lo presupuestado.

Para que el gasto del gobierno sea eficaz debe ser, uno, suficiente y, dos, ejercido con honestidad. Pero lo importante es su eficacia: que se ejerza de tal manera (con honestidad) y en las cantidades necesarias (suficientes), para que se logren los fines para los que se presupuestó. El afán de austeridad y sobriedad puede resultar contraproducente.

Austeridad: cualidad de austero. Austero: severo, ajustado a las normas; sobrio, sin excesos. Si por austeridad en el gasto se entiende un gasto ajustado a la norma (presupuesto de egresos), sin excesos (se gasta nada más en lo que debe gastarse según la norma), adelante.

Sobriedad: calidad de sobrio. Sobrio: templado, moderado. Templado: parco. Moderado: que guarda el medio entre los extremos, virtuoso en términos aristotélicos. Si por sobriedad en el gasto gubernamental se entiende no gastar en lo que el gobierno no debe gastar, ¡bienvenida la sobriedad!, pero esa discusión, ¿en qué debe gastar el gobierno?, no la veo por ningún lado.

El hecho es que el gobierno gasta en cosas que no debe, razón por la cual de entrada gasta más de lo que debe y, en mucho casos, gasta de mala manera (por ejemplo: subsidiando la oferta de algún bien o servicio cuando lo que debería subsidiar sería la demanda), todo lo cual es contrario a la verdadera austeridad (gasto ajustado a las tareas esenciales del gobierno) y a la auténtica sobriedad (no gastar en lo que el gobierno no debe gastar).

El gobierno gasta en cosas que no debe gastar por su afán de ser, desde ángel de la guarda, y como tal preservarnos de todos los males, inclusive de los que podemos hacernos a nosotros mismos, hasta hada madrina y, como tal, concedernos de todos los bienes, desde la cuna hasta la tumba, y esos gobiernos ángeles de la guarda y hadas madrinas, como lo son los mexicanos, no pueden ejercer un gasto austero y sobrio.

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Arturo Damm Arnal

Estudié economía, filosofía y derecho. Liberal. Profesor universitario. Periodista. Conferencista. Colaborador de @LaRazon_mx y @adn40 .