Hablar de lo que sucederá en el futuro (lo que por sí mismo es siempre incierto) es complicado, pero lo es más cuando se trata de proyectar al mundo económico. Aun así, hay tendencias que vale la pena revisar, usar e imaginar para, de ser posible, adelantarnos a los hechos, lo que nos permite aprovechar los cambios incluso antes de que ocurran, que es justo lo que todo inversor inteligente debe hacer.
En las próximas cinco décadas, el cada vez más pequeño aumento de la población, un menos acelerado crecimiento global, el ascenso de potencias asiáticas y una mayor desigualdad en los ingresos de las personas serán los temas que –como humanidad– enfrentaremos de cara a 2075, y así lo confirman los economistas del influyente banco Goldman Sachs.
Menor crecimiento demográfico = menor crecimiento económico mundial
Actualmente, los hogares más jóvenes tienen menos hijos; en consecuencia, el crecimiento demográfico se está ralentizando. Al respecto, Goldman Sachs cree que la demografía ejercerá presión sobre la producción económica.
Sus previsiones apuntan a que el crecimiento mundial se situará por debajo del 3 por ciento anual durante los próximos 10 años y seguirá una senda gradualmente descendente, como reflejo, sobre todo, del menor crecimiento de la población económicamente activa.
El crecimiento de la población mundial se ha reducido a la mitad en los últimos 50 años, del 2 por ciento anual a menos del 1 por ciento, y se estima que caiga hasta casi cero en 2075.
Lo anterior constituye un gran problema, ya que ese ajuste a un crecimiento demográfico más débil y al envejecimiento de la población plantea una serie de retos económicos, sobre todo por el aumento de los costos en el sector salud y de la jubilación.
Es probable que el número de países en desarrollo y emergentes, para los que el envejecimiento de la población representa un grave problema económico, aumente constantemente en las próximas décadas.
Algunos mercados emergentes dejarán de serlo
No hay que perder de vista a los mercados emergentes actuales, ya que podrían convertirse en las próximas potencias económicas.
Hay cosas que hoy damos por hechas, por ejemplo que alguna vez Estados Unidos fue una economía subdesarrollada que gracias a la libertad económica y su fortaleza institucional para hacer valer la propiedad privada, se instaló en la cima del poder económico, político, social y militar del planeta.
Así, aunque el crecimiento real del PIB se ha vuelto hoy más lento tanto en las economías desarrolladas como en las emergentes, en términos relativos el crecimiento de los mercados emergentes sigue superando al de los mercados desarrollados, como lo confirma también un estudio de Goldman Sachs.
Las proyecciones implican que las cinco mayores economías del mundo en 2050 (medidas en dólares reales) serán China, Estados Unidos, India, Indonesia (desplazando a Brasil y Rusia entre los mayores mercados emergentes) y Alemania.
En 2075, con las políticas e instituciones adecuadas, Nigeria, Pakistán y Egipto figurarían entre las mayores economías del orbe. México, en tanto, sólo podría subir un par de escalones para situarse como la undécima economía más grande del planeta si bien nos va.
Estados Unidos dará un paso atrás
Goldman Sachs cree que la producción económica de Estados Unidos bajará a largo plazo. Aunque su rendimiento relativo ha sido más fuerte de lo esperado durante la última década, la historia sugiere que es poco probable que se repita en el próximo decenio.
El crecimiento potencial de la economía estadounidense sigue siendo significativamente inferior al de las grandes economías emergentes como China e India, y esperan que parte de la excepcional fortaleza del dólar de los últimos años se deshaga en la siguiente década. Es probable que así ocurra.
Proteccionismo, un riesgo a largo plazo
Dado que el nacionalismo populista ha ido ganando terreno, existe el riesgo de que ello conduzca a una intensificación del proteccionismo –y aquí agregamos–, con una agravante: el aumento de la pobreza de algunos países y ciudadanos al interior de aquéllos.
Los nacionalistas populistas han ganado poder en varios países, y las interrupciones de las cadenas de abastecimiento durante la pandemia de covid-19 han dado lugar a una mayor atención a la deslocalización y a la resistencia de la cadena de suministro. Esto probablemente provocará un retroceso de la globalización y, con ello, el rezago de muchas naciones.
El cambio es inevitable
La única constante en el mundo económico es el cambio. Unas potencias ascienden, otras se estancan y algunas caen. No obstante, en Top Money Report no nos contamos entre los fatalistas que auguran un colapso del mundo occidental ni de Estados Unidos y su dólar.
El mundo futuro que aquí someramente alcanzamos a describir estará partido en dos grandes bloques antagónicos que, sin embargo, tendrán que tolerarse.
La paz, la hiperconexión, el comercio libre y el flujo migratorio abierto son variables que convienen a todos, y quienes así lo entiendan serán los que prosperen. Quienes se cierren y se resistan al cambio quedarán obligados al atraso y la pobreza. Una elección que en realidad no debería ser difícil tomar.