La pretendida desaparición del CONACYT, definida en una agitada sesión de la Cámara de Diputados pone en evidencia el desprecio que la 4T siente por el conocimiento, por la ilustración y por la inteligencia.
Gente pequeña no puede tolerar que otros crezcan y se desarrollen. Por ello el sistemático acoso sobre la UNAM, así como sobre la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y además, la pretensión de Marx Arriaga, -director a cargo de la edición de los libros de texto gratuitos de la SEP-, de que se consideren ilegales los libros educativos publicados por editoriales privadas, así como otros tantos indicadores que podríamos exponer.
Es evidente que la gente “ilustrada” no es manipulable. El conocimiento genera aspiraciones de libertad y quienes pretenden llevarnos a un “estado totalitario”, no lo toleran.
La gente estudiada forzosamente aspira a vivir en un estado democrático, donde el gobierno esté al servicio de la sociedad y no a la disposición de un caudillo.
No hay democracia sin transparencia y por ello el INAI es un estorbo para un régimen que camina hacia el totalitarismo y por tanto, necesita de la opacidad para poder controlar, comprando voluntades y dando obra pública a los aliados del gobierno y castigando a la esforzada clase media, por productiva y aspiracionista.
Para ellos siempre será mejor mantener al “pueblo bueno” dependiente de las dádivas de los programas asistencialistas que hoy responden a la etiqueta “bienestar”, pero que en realidad sólo garantizan la sobrevivencia, en el más estricto sentido literal.
“Muera la ilustración y el conocimiento… imponer control al poder persuasivo de la palabra y otorgar más poder a quienes tienen las armas”, pareciera ser la consigna de la 4T.
Un país de ignorantes siempre será dócil a la voz del amo.
Es evidente que se pretende desaparecer a los organismos autónomos para copiar su perfil y crear un clon dentro de las estructuras institucionales del Poder Ejecutivo, -y así ejercer un control absoluto-, poniéndolos bajo la autoridad de gente muy, pero muy pequeña, pero que garantice lealtad al presidente de la república.
No olvidemos que la iniciativa de desaparición del CONACYT fue enviada por el presidente de la república y que las promesas de que se formará en su lugar el “Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías”, lleva el mismo camino que los otros organismos hoy inexistentes, como lo es el Seguro Popular, que dio pie a la fundación del INSABI, hoy desaparecido después de un gran fracaso y seguramente dejando sembradas grandes sospechas de que haya podido representar oportunidades de desvió de grandes cantidades de dinero para financiar las obras icónicas de este gobierno.
Recordemos que cuando se creó la Guardia Nacional se aseguró que sería una institución totalmente civil, y después se pretendió integrarla directamente a la SEDENA.
La pretensión de desaparecer el INAI es para convertirlo en un apéndice de la Secretaría de la Función Pública y al destazar al INE se pretende ubicarlo en la Secretaría de Gobernación, donde estaba hace más de 25 años.
Seguramente el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías, -después de un tiempo de operación autónoma, como han prometido-, terminará convirtiéndose en una oficinita dentro de la SEP.
Desintegrar a Notimex representó un gran reto, pero para eso pusieron a Sanjuana Martínez.
Efectivamente hoy se ha instrumentado un complot, -pero no es en contra del gobierno-, sino creado dentro de las entrañas de este, para acabar con la grandeza de este excepcional país, que nació a partir de la fusión de dos grandes civilizaciones: la indígena y la europea.
Hoy vemos que la pequeñez y la mediocridad son la aspiración de este gobierno y para ello cuenta con el apoyo, solidaridad y el afán destructivo de la bancada de MORENA, que ha renunciado a la grandeza de formar parte de uno de los tres poderes de la unión para convertirse en “oficialía de partes” del Palacio Nacional.
EL SEPELIO DEL INSABI
La obra estelar de la Cuarta Transformación, que permitiría a México tener un sistema de salud como el de Dinamarca, – según se dijo al inicio de este sexenio-, a partir de la nueva política “del ensayo y error”, -producto de la improvisación-, terminó desmantelado a causa de una operación deficiente.
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