Cuando publiqué el libro “AMLO Y LA 4T: LO QUE VIENE PARA MÉXICO” en noviembre de 2019 (tres semanas antes de que López Obrador publicara el suyo), jamás me imaginé que las cosas irían peor de lo que proyecté. Un ejemplo fue la tasa de crecimiento esperada. Contra lo que decían la mayor parte de mis colegas analistas en ese momento (que el PIB crecería 1% en 2020 según encuesta del Banco de México), aseguré en el Capítulo V (¿crisis económica en puerta?, pág.225), que “México corre el riesgo de entrar en crisis en 2020 con una caída de -1 ó -2% del PIB”.
Sin embargo, medio año después de la aparición del libro, en mayo de 2020, al momento de redactar estas líneas, los principales bancos y fondos de inversión extranjeros plantean un escenario más dramático: Fondo Monetario Internacional (FMI) augura caída de -6.6%, el banco suizo UBS de -7.6%, Bank of America de -8%, Citibanamex de -9% y BBVA de -12% si no hay estímulos fiscales para empresas privadas y se extiende la cuarentena.
La diferencia, sin duda, la hizo la pandemia, la emergencia sanitaria provocada por el COVID-19. Sin embargo, es muy importante aclarar dos cosas en este sentido: Primero, la caída del PIB en 2020 no se la podemos atribuir exclusivamente al coronavirus. No Señor, claro que no y le voy a explicar el porqué.
La razón es que, además de que la economía ya venía a la baja (recuerde que la tasa de crecimiento cayó de 2.0% en 2018 a -0.1% en 2019), también había otros indicadores, preocupantes, que podían desatar una crisis en México:
La quiebra técnica de Pemex; el impacto de la guerra comercial China-EU en el crecimiento mundial que perjudicaría nuestras exportaciones; el freno a la inversión privada (el principal motor del crecimiento) que trajo consigo decisiones de AMLO que pegaron muy duro en la confianza empresarial como la de cancelar el Nuevo Aeropuerto Internacional de la CDMX (el famoso “texcocazo”), detener las rondas de inversión privada de la Reforma Energética, así como la construcción de obras insignia para el actual gobierno pero que fueron consideradas como auténticos “Elefantes Blancos” por los observadores debido a su dudosa rentabilidad y elevado costo.
“Hacer una refinería como la de Dos Bocas no es óptimo… Por eso la licitación estuvo desierta. Tú no puedes persistir en una idea cuando hay empresas que saben más que tú y dicen lo contrario. El problema de este gobierno es su voluntarismo”, sentenció en su carta de renuncia el entonces Secretario de Hacienda, Carlos Urzúa (revista “Proceso”, no. 2228, julio 14 de 2019)
La pandemia actuó como un detonante, como la chispa que encendió la mecha de un cartucho de dinamita que estaba marcado en uno de sus costados con una etiqueta con la leyenda “crisis”.
Esto me recuerda un célebre diálogo que se dio el 12 de julio de 2017 en la reunión anual en Davos Suiza, entre Christine Lagarde (en aquél entonces Directora Gerente del FMI y actual presidenta del Banco Central Europeo) y Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal de los EU en ese entonces.
Yellen: “Otra crisis financiera como la de 2008 no es posible”
Lagarde: “Yo no apostaría por descartar nada porque hay ciclos imprevistos que podrían darse de nuevo…de dónde vendrá, que forma tomará, qué tan internacional y amplia será, es algo que no sabemos porque nunca viene de dónde esperamos”.
Exacto: nunca viene de donde esperamos. Eso fue precisamente la pandemia: un factor inesperado que hizo estallar una crisis que algunos ya veíamos venir. La situación era frágil antes del coronavirus y así lo dije textualmente en AMLO Y LA 4T (pág.223):
“La economía mundial se encuentra en un punto de tal fragilidad que cualquier evento que sea capaz de poner nerviosos a los inversionistas… de desatar el pánico en los mercados, podría provocar lo que los expertos conocen como “fly to quality”, es decir, “volar hacia la calidad”…inversionistas que sacan capitales de diversas partes del mundo para proteger su dinero e invertirlo en activos que consideran seguros o libres de riesgo (también conocidos como “refugio”).
Seis meses después, un titular del influyente diario británico The Financial Times del 14 de abril de 2020, avaló ese pronóstico “Los inversores abandonan los activos mexicanos en `fuga a la calidad´” (“Investors Fitch Mexican assets in `fligth to quality´”).
Reitero entonces, amable lector, que lo que hizo la pandemia fue agravar la crisis, pero aún sin el virus, de cualquier manera, con intensidad no tan grave si usted quiere, pero de todos modos se hubiera presentado esa crisis.
Por eso, también esperaba que la contracción económica trajera consigo otros efectos muy dañinos. Entre ellos, la degradación de Pemex. En el Capítulo V (“la quiebra técnica de Pemex”, pág. 185), aseguré textual que: “El riesgo que se corre es que además de Fitch Ratings que rebajó en junio de 2019 la calidad crediticia de Pemex, también lo hagan en algún momento las otras dos grandes calificadoras a nivel mundial, Moody´s y Standard & Poor´s”.
Para mayo de 2020, tanto Fitch como Moody´s, ya tienen a Pemex en grado especulativo o “bonos basura” y Standard & Poor´s a dos escalones.
En otro apartado de ese mismo Capítulo V (“perder el grado de inversión”, págs. 196 y siguientes), aseguré que la caída de Pemex arrastraría al Gobierno Federal para llevar el dólar al mayoreo por arriba de los $22.00.
“Otro de los factores que podrían hacer caer a México en crisis es que…pierda el famoso “grado de inversión”…el gobierno de AMLO está contra las cuerdas… una rebaja en la calificación de Pemex arrastraría y podría provocar también una rebaja en la calificación de deuda del gobierno mexicano para hacerle perder su grado de inversión… al crecer la sombra de la insolvencia… ¿usted se imagina el impacto si el tipo de cambio en algún momento rebasa los $22 x dólar?”, puse textual en el libro.
En este caso, lo que hizo la pandemia fue agravar las cosas: en algún momento el dólar llegó a rebasar los $25.00 producto de que las calificadoras han ido rebajando también la calidad crediticia del Gobierno Federal. Para mayo de 2020 Fitch ya tiene a México a un solo escalón de perder el “Grado de Inversión”, rebajas que al momento de publicar el libro algunos colegas descartaban porque lo consideraban como algo “poco probable”.
Franklin Templeton, prestigiado fondo de inversiones a nivel mundial, el pasado mes de abril, también avaló ese pronóstico.
En un análisis para sus clientes (“Fuga de capitales si México pierde el grado de inversión”), calcula que de los casi 85 mil millones de dólares que poseen los inversionistas extranjeros de bonos en deuda local, por lo menos podrían salir del país unos 25 mil millones de dólares (el equivalente aproximado al 30%) de la noche a la mañana.
“Una salida de ese tamaño -dice Templeton- nunca se ha visto… traería consecuencias desastrosas para el tipo de cambio… sería dinero que no regresaría al país hasta que recobre su condición de grado de inversión… si la economía sigue deteriorándose y el gobierno ignorando el problema, podría hacerse realidad el dicho de que “estábamos al borde del abismo y dimos un paso hacia adelante”.
La segunda cosa qué hay que aclarar, es que el libro de AMLO Y LA 4T va a ser un testigo, un recordatorio no sólo de que no podemos culpar de la crisis al 100% al Coronavirus, sino de que el gobierno de AMLO ha cometido errores y que aún sin pandemia, también nos hubiera llevado a padecer recesión en 2020.
Esto enfurece a sus seguidores, pero no es la primera vez que me sucede. En diciembre de 1993 publiqué mi primer libro: “Devaluación: ¿el shock del 94?”. Ahí dije que el sexenio de Carlos Salinas de Gortari iba a terminar muy mal. Que nos iban a arrastrar a una severa crisis (cuando sus seguidores decían que nos estaba llevando al “Primer Mundo”), y que al final sería desatada por una violenta devaluación del peso frente al dólar Me la pasé advirtiendo eso también en conferencias. Y los fanáticos de Carlos Salinas de Gortari, igual que los de AMLO ahora, se enfurecían.
En junio de 1994, medio año antes de la devaluación, en una conferencia que di en la Ciudad de Cuernavaca, en La Hostería de las Quintas, un salinista de “hueso colorado” me interrumpió a media conferencia y en tono alterado me dijo: “pues yo no veo la dichosa devaluación de la que hablas por ninguna parte. Yo conozco, soy amigo del Presidente y nada más te digo una cosa, grábatelo bien: Carlos jamás lo va a permitir”.
“Discúlpeme por lo que le voy a decir, pero Carlos no es Dios”, fue lo que le respondí.
En marzo de 1995, en pleno impacto negativo por la devaluación, con un dólar por las nubes, Carlos Salinas de Gortari dijo en una entrevista para el noticiero Hechos de la Noche de TV Azteca (al que apenas había entrado a trabajar como comentarista un mes antes), que toda la culpa era del entonces Presidente Ernesto Zedillo, debido, según él, a su gran ineptitud para manejar las cosas.
“Nadie pudo haber previsto esa devaluación”, dijo Salinas de Gortari para lavarse las manos. Entonces en un comentario, salí a decirle en el noticiero (con mi peculiar estilo en televisión) que no fuera mentiroso… que le iba a crecer la nariz como a Pinocho porque una crisis de esa magnitud jamás pudo gestarse de un día para otro, sino a lo largo de todo un sexenio.
“Aquí está la prueba, mire”… y mostré mi libro. “Papelito habla”, así terminé el comentario.
Igual va a suceder ahora. Cuando los “amlovers” digan que todo fue culpa del coronavirus para lavarse las manos, ya saldré a mostrarles mi libro sobre AMLO Y LA 4T para decirles que eso no es verdad…que “Papelito habla”.
Pues bien, ¿Qué va a suceder pasando la pandemia? ¿Qué podemos esperar tanto en el terreno económico como en el político? ¿Cuáles son los escenarios para lo que resta del sexenio?
Lo invito a solicitar y leer el libro; a entrar en la siguiente liga:
Le aseguro que se va a llevar usted varias sorpresas… entérase y prepare su estrategia.
Publicado originalmente en https://www.empoderamia.com/ edición mayo-junio.