Uno de los derechos humanos fundamentales es a la libertad, que implica que yo decido qué hago con mi vida y mi cuerpo, siempre y cuando no perjudique la vida y la propiedad de los demás, que constituyen los otros derechos humanos fundamentales.
Yo puedo desayunar todos los días 10 tacos de cochinita, acompañados de un pastel y una botella de alcohol, y nadie me debe prohibir que lo haga. Me puedo convertir en un diabético o un alcohólico, pero es mi responsabilidad. El gobierno nos puede advertir de las consecuencias del sobrepeso y el alcoholismo, pero no debe prohibir la venta de tacos de cochinita, pasteles ni alcohol, que causan adicción.
Lo mismo podemos decir del cigarro, la cocaína o la marihuana, perjudican a quienes los consumen, pero hay que respetar la libertad de elección de cada persona, por ello estamos a favor que se derogue la prohibición de consumir drogas perjudiciales para la salud y que causan adicción.
Con esos mismos argumentos podemos llegar a la conclusión que, en nombre de la libertad sobre su cuerpo, la madre pueda abortar sin que se considere delito. Previamente a que legisladores, responsables, aprueben la legalización del aborto, deben tener claro si el feto es parte del cuerpo de la madre o es otro cuerpo. Si el feto es un órgano o fracción del cuerpo de la madre, puede disponer libremente de él, como de sus riñones y su sangre, que puede donar o vender; pero si es otro cuerpo, entonces no tiene derecho a, en nombre de su libertad a elegir, abortarlo, pues el feto como ser humano adquiere el derecho a la vida, al igual que un indefenso y dependiente bebé de un día de nacido.
La prohibición o legalización del aborto no es cuestión de que sea pecado o resolverlo con una consulta popular, o con base en qué grupos reúnen más manifestantes en pro o contra de su legalización. Debe partirse de un criterio científico, que defina en qué momento el feto se convierte en un ser con cuerpo propio y protegido por el derecho humano fundamental a la vida.
Si queremos prohibir o legalizar el aborto basados en una premisa válida y sólida, debemos definir científicamente si el feto es una parte del cuerpo de la madre o es otro cuerpo, alojado en el cuerpo de su madre. Del resultado de esa interrogante se debe partir para legalizar o no el aborto.