2024 se perfila como un año excepcionalmente agitado en términos electorales, con al menos 40 países programando votaciones que marcarán los destinos de sus naciones, pero que también podrían cambiar al mundo, pues tendrán consecuencias significativas en áreas clave como la política económica y la geopolítica.
Entre todos esos procesos, el más trascendental será –sin duda– el que se desarrollará en noviembre en Estados Unidos, donde no sólo la elección presidencial será determinante, sino también la composición del Congreso.
A fin de llevar a cabo legislaciones sustanciales en la tierra del Tío Sam es necesario que un solo partido tenga el control del gobierno federal, como afirma Seth B. Carpenter, economista jefe global del banco de inversión Morgan Stanley en uno de sus reportes privados más recientes a los que tenemos acceso.
La política comercial y las tensiones geopolíticas, tan sensibles en el escenario mundial actual, están intrínsecamente ligadas al Poder Ejecutivo –refiere–, algo que demostraron los aranceles impuestos a las importaciones chinas durante la administración de Donald Trump.
En la otra punta del mapa, la elección en Taiwán promete ser igualmente influyente desde el punto de vista geopolítico, ya que las encuestas revelan una contienda reñida entre el Kuomintang (KMT) y el Partido Progresista Democrático (PPD), ambos con perspectivas divergentes sobre las relaciones con China.
La incertidumbre económica en la isla, según Morgan Stanley, podría estar afectando la popularidad del partido gobernante (el PPD), un fenómeno que también se observó en Corea del Sur antes de sus votaciones legislativas.
En India, la atención se centrará en asuntos más domésticos, pues un gobierno estable con mayoría ha allanado el camino a políticas económicas coherentes que han impulsado reformas y la inversión en infraestructura.