Volatilidad e incertidumbre son dos palabras que han definido el discurso financiero en 2023, un año turbulento para la economía global, con inflación galopante, agresivos aumentos de las tasas de interés, significativas caídas en los mercados bursátiles…, un panorama tan agreste que obliga a preguntarnos qué vocablo marcará la oratoria del nuevo ciclo que está a pocas semanas de iniciar: ¿calma o pánico?
Pues según los pronósticos que revisamos de algunos grandes administradores de fondos como BlackRock y de bancos de inversión como JP Morgan, es probable que 2024 traiga algunos “inesperados”, como una desaceleración lenta de la inflación y menor crecimiento económico, al tiempo que las tasas de interés se mantendrían relativamente altas y aumentaría la posibilidad de pánico en los mercados financieros.
Desinflación lenta y tasas altas también en México
En 2024, el Banco de México (Banxico) tendrá espacio para comenzar a reducir los tipos de interés, después de elevarlos a niveles no vistos en 20 años durante 2022 y 2023, prevé BlackRock, aunque predice que la desinflación tomará tiempo y es probable que el Instituto Central haga recortes de tasas de manera discontinua y cautelosa, sosteniendo una política monetaria restrictiva.
Así que la inflación en México no convergería al objetivo del 3 por ciento en el tiempo que estima Banxico (el segundo trimestre de 2025), sino que tardará más: hacia 2026. Y las tasas de interés, aunque podrían bajar moderadamente, se mantendrían muy por encima de los niveles previos al actual ciclo de alzas y terminar 2024 por arriba del 9 por ciento, muy restrictivas en términos reales.
“Vemos espacio de bajas moderadas, pero no nos van a llevar a niveles como antes. El año que entra, las tasas serán mayores que las máximas en los ciclos anteriores”, afirma José Luis Ortega, director de inversiones activas de BlackRock, en entrevista con Investing.com.
Esto mantendría presionadas las tasas de interés de créditos hipotecarios, personales y empresariales, afectando la capacidad de gasto de hogares y compañías, lo cual anticipa un escenario complejo para la economía mexicana el año por venir.
Desaceleración global con riesgo de pánico bursátil
JP Morgan coincide con BlackRock al proyectar una moderación tanto de la inflación como de la actividad económica global durante 2024, en la medida en que el endurecimiento monetario de los bancos centrales surta efecto este año y el siguiente.
Esto plantea un dilema: ¿los mercados financieros deberían ver la desinflación de manera positiva, impulsando la demanda de bonos y acciones, o como el reflejo de una posible recesión, con consecuencias negativas para las ganancias corporativas y la estabilidad económica?
Y es que JP Morgan alerta que en algún momento del año próximo los inversores podrían entrar en pánico ante la perspectiva de una recesión global, cuyos detonantes serían malos datos económicos o nuevos sobresaltos geopolíticos que impacten los precios de commodities, la inflación y los flujos de capital.
Incluso sin recesión, el banco más grande de Estados Unidos considera que la relación riesgo/retorno para acciones y otros activos de mayor riesgo luce peor que para el efectivo o los bonos, análisis con el que estamos de acuerdo en este espacio. En otras palabras, en 2024 podría no haber un repunte sostenido en las bolsas sin una flexibilización (“impresión”) monetaria agresiva de los bancos centrales.
“Se trata de una situación de impasse, en la que los activos de riesgo no pueden tener un repunte sostenible con este nivel de restricción monetaria, y probablemente no habrá una relajación decisiva, a menos que los activos de riesgo corrijan (o la inflación disminuya debido, por ejemplo, a una demanda más débil, perjudicando así a los beneficios empresariales)”, destacan los estrategas de JP Morgan en un reporte especial.
En síntesis, la ansiada relajación (recorte) de las tasas de interés probablemente tendría que esperar hasta ver primero caídas significativas en los mercados bursátiles, un escenario de alta volatilidad e incertidumbre para los inversores.
Por esta razón, la estrategia más sensata para el año entrante será la moderación en el riesgo y mucha, mucha liquidez en efectivo, en papeles con rendimiento a corto plazo, en metales preciosos y criptomonedas, a la espera de buenas oportunidades que se abrirían en el sector bursátil cuando lleguen los descalabros.