Las tasas de inflación en el mundo siguen sin mostrar evidencia clara de que lo peor ya pasó. Y a la pregunta de si la situación mejorará pronto, la respuesta es: NO. Por el contrario, se corre el riesgo de caer en una peligrosa espiral inflacionaria que atrape a las economías durante varios años. ¡Para allá vamos!
He ahí una de las consecuencias de que los gobiernos socialistas, so pretexto de apoyar a la ciudadanía, impriman más dinero fíat (de papel, como el dólar y el peso) para cubrir sus “proyectos” o “apoyos sociales”, y así ganar la aprobación de los votantes, mientras la población en general ve día con día cómo sube el costo de la vida. Es como cambiar oro por espejitos, ¡y es la verdadera causa de la inflación que aqueja al planeta!
Muy acertadamente, el experto inversionista internacional y analista independiente Nick Giambruno resume las razones de la tan elevada inflación:
Razón 1: El ciclo político-inflacionario en Estados Unidos parece estar llegando a un punto crítico, una situación que encaja a la perfección con la que viven muchos otros países, incluido México.
En la medida en que el gobierno imprime más dinero para financiarse y seguir dándole dólares a la población que vive de “su generosidad”, el problema se agrava, creando una espiral inflacionaria.
La creciente mayoría de votantes que reciben beneficios del gobierno hace que sea improbable un cambio positivo del sistema político, lo que apunta a una situación preocupante para las economías, que podrían verse atrapadas en un ciclo de hiperinflación y socialismo del que puede ser difícil escapar. Ahí está el caso de Argentina, metido en ese círculo durante décadas.
El problema se ha agravado a raíz de la pandemia, tras cuya crisis económica autoinfligida (al haber frenado por decreto la actividad al estilo de las economías centralmente planificadas) los bancos centrales y gobiernos se embarcaron en la mayor ronda de “estímulos” de crédito y gasto de la historia humana. ¡Y todavía se preguntan que de dónde provino la inflación!
Razón 2: Las tasas de interés son el precio del dinero prestado, y tienen un impacto significativo en la economía, y en Estados Unidos son controladas (manipuladas) por la Reserva Federal (Fed), un politburó centralizado que intenta planificar la economía mediante la manipulación del dinero y el costo del mismo.
Aunque muchos aceptan esto como normal, la planificación económica centralizada es imposible y, por tanto, su fracaso es inevitable. De ahí que la Fed no puede salvar a la economía más de lo que pudo hacerlo el Comité de Planificación Estatal de la extinta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que no por nada colapsó.
Razón 3: Existe una falta de comprensión del significado real de la palabra “billón”, utilizada con ligereza por los medios, políticos y analistas financieros. Al poner en perspectiva la magnitud de esta cifra hay que enfatizar el peligro de los gastos gubernamentales excesivos y la impresión de dinero en billones, lo que ha llevado a una deuda federal estadounidense de más de 31 billones (millones de millones) de dólares.
Se trata de la deuda más grande que haya existido en el planeta, y sigue creciendo a un ritmo rápido e imparable debido a las promesas políticas del gobierno estadounidense.
El “remedio”
El panorama económico de Estados Unidos resulta cada vez más claro: es preocupante, pues estaría entrando en una espiral inflacionaria por las siguientes razones:
Primera: El creciente número de votantes que reciben beneficios del gobierno y que, por tanto, estarían a favor de políticas financiadas por una inflación cada vez mayor.
Segunda: La planificación centralizada de la Fed, que es imposible de implementar con éxito.
Tercera: El gobierno estadounidense no puede financiarse sin la ayuda de la Fed, lo que le incentiva a devaluar el dólar para hacerle frente a su creciente carga de deuda.
En conclusión, el gobierno de Estados Unidos está próximo al punto en que no tendrá más remedio que “resetear” su sistema económico, pero eso podría resultar en “una enorme transferencia de riqueza de la población hacia la clase parasitaria” que incluye a políticos y banqueros centrales.