El Colectivo por México se propuso realizar un proyecto que nació del interés de muchos ciudadanos que nos reunimos para visualizar el país que queremos dejar como legado para las nuevas generaciones.
Un proyecto es mucho más que un conjunto de ideas o de buenas intenciones.
Un proyecto se sustenta en metodologías y mucha disciplina para estructurar una estrategia, así como su plan táctico de instrumentación y al final, la evaluación para medir resultados.
En contraste, un conjunto de buenas ideas, -aunque estén sustentadas en nobles intenciones-, siempre conducen a la improvisación, porque no tiene sistemas de control.
Cuando no hay sistemas de control, surgen las oportunidades de corrupción.
Por tanto, un proyecto de nación debe nacer de un diagnóstico sistematizado, con una metodología sustentada en valores universales y después, un plan programático de acción.
Nuestro proyecto, está al margen de las ideologías y de las etiquetas políticas que hoy nos dividen y confrontan. “Mexicolectivo”, -que es la identidad de nuestro proyecto-, no tiene compromisos partidistas ni electorales.
Es la respuesta democrática que vemos necesaria frente a la visión unipersonal que hoy domina la agenda pública y las acciones de gobierno.
Pero lo más importante es que no es un proyecto terminado, sino el inicio de una convocatoria pública a los mexicanos de “buena fe” que quieran participar ofreciendo diagnósticos y soluciones para enfrentar los graves retos del México de hoy.
El documento que se presentó el día 31 de enero en el World Trade Center de la Ciudad de México, es simplemente un punto de partida para construir juntos, -con visión productiva-, una nueva patria, donde las oportunidades de desarrollo personal y familiar no tengan limitaciones para ningún mexicano.
Colectivo por México parte de la convicción de que todos los sectores sociales de este país, -desde hace muchos años-, nos dejamos llevar por la inercia de un modelo social, político y económico, que hoy está caducando y es el origen de las grandes desigualdades que lastiman a la sociedad.
Sin embargo, hay quienes desde la prensa, -y también sectores políticos afines a la 4T-, descalifican este movimiento social argumentando que muchos de los impulsores de esta propuesta tuvieron tiempo atrás, -cuando ejercieron cargos públicos-, la oportunidad de cambiar a este país y no lo hicieron.
No debemos olvidar que a los políticos no se les debe juzgar por lo que no hicieron, pues terminaremos enredados en un cúmulo de posibilidades y conjeturas, en las que el contexto y las circunstancias del momento son determinantes. Debemos juzgarlos por lo que hicieron mal y por sus errores, principalmente los que se derivan del dolo, del afán destructivo, o por servir, -no a México-, sino a algún proyecto personal.
La diferencia de este proyecto frente al actual contexto político de confrontación, es que nuestro planteamiento es un llamado a la reconciliación nacional y a partir de ello, convocar a reconstruir el tejido social, rescatar la credibilidad y remontar esta crisis de confianza que nos pone a todos a la defensiva.
Construir esta nueva patria no se podrá lograr con ocurrencias cotidianas, -y menos aún-, si están contaminadas de ideología, resentimientos y llamados a la reivindicación, retomando la trasnochada “lucha de clases”, que fue diseñada desde el siglo XIX para que los pobres siguieran siendo pobres… orgullosos de ser pobres y negados a que sus hijos algún día llegasen a vivir con las comodidades de los ricos.
La lucha de clases, -sustentada en el resentimiento y la venganza-, lleva forzosamente a la victimización que permite que la gente vulnerable preste oídos y crea en las propuestas de caudillos que se presentan como los reivindicadores de viejos agravios y se empoderen como líderes de una lucha social.
Sin embargo, esos llamados sólo llevan al nacimiento de nuevas élites políticas, -que no resuelven la pobreza con estrategias de fondo-, sino que simplemente venden esperanzas que fructifican por las “ganas de creer” de quienes se asumen como víctimas en espera de su liberación, -la cual nunca llega-, como ha sucedido en Cuba, Venezuela, Nicaragua y otros países de América Latina gobernados por dictadores.
Quisiera retomar una frase muy citada en estos tiempos, que fue conceptualizada hace cien años por un filósofo italiano de izquierda, -Antonio Gramsci-, quien de modo visionario interpretó lo que hoy sucede: “Las sociedades entran en crisis cuando lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no termina de nacer”.
La violencia desbordada de hoy día, -con una delincuencia insaciable-, un contexto de pérdida del respeto a la autoridad y la destrucción del Estado de Derecho, representan un gran riesgo para la paz social.
Lo que hoy vemos en México es la última versión, -maquillada-, del viejo modelo político, social y económico. Es el viejo sistema que se resiste a morir. Es el de los viejos políticos autoritarios de hace 50 años, pero reencarnados en los dirigentes del partido que hoy está en el poder: tramposos, cínicos, soberbios y aferrados al poder y los privilegios que este permite, aunque siempre viendo “la paja en el ojo ajeno e ignorando la viga en el propio”.
Frente a los llamados a la confrontación, Mexicolectivo representa una invitación a la reconciliación, que nos lleve a la concordia y a remontar nuestras diferencias, con base en la buena voluntad.
Frente a las prácticas destructivas de la actual clase política dominante, esta es una invitación a la construcción de una nueva patria.
Frente a las acciones contradictorias y sin rumbo de quienes hoy toman las decisiones, la nuestra es una invitación a construir con esfuerzo y disciplina una nueva era de prosperidad que ofrezca oportunidades a todos los mexicanos sin excluir a nadie.