Las tensiones geopolíticas entre Rusia y Estados Unidos no habían escalado a niveles tan altos desde la Guerra Fría, pues las advertencias recientes entre estos dos países -aunque afortunadamente todavía verbales- hablan de poner al mundo en riesgo de un ataque nuclear.
En este contexto, sorprende que el gobierno del presidente Joe Biden acaba de comprar 290 millones de dólares en medicamentos anti-radiación para su uso en “emergencias nucleares”. El Departamento de Salud compró el medicamento Nplate a Amgen USA Inc.; Nplate está aprobado para tratar las lesiones de las células sanguíneas que acompañan al síndrome de radiación aguda en pacientes adultos y pediátricos (ARS).
La ARS, también conocida como enfermedad por radiación, se produce cuando todo el cuerpo de una persona ha quedado expuesto a una alta dosis de radiación penetrante, que alcanza los órganos internos en cuestión de segundos.
De acuerdo con declaraciones de un funcionario norteamericano al medio británico The Telegraph, el gobierno estadounidense dijo que la adquisición de Nplate no era una respuesta a la guerra en Ucrania, sino que era sólo parte de su trabajo en curso para la preparación y la seguridad radiológica. Vaya coincidencia.
Lo cierto es que las alertas están ahí.
En Nueva Jersey, por cierto, han aparecido desde septiembre diversos carteles en centros comerciales y plazas donde hay un mayor flujo de personas con mensajes de qué hacer ante una exposición a radiación. Una advertencia un tanto extraña, me parece.
También el Departamento de Estado instó la semana pasada a todos los estadounidenses a abandonar Rusia lo antes posible tras el sabotaje de los gasoductos Nord Stream. Algunos expertos advierten el riesgo de que la guerra se expanda debido a que Estados Unidos, Ucrania o Polonia han sido señalados como posibles culpables del bombardeo a los gasoductos Nord Stream.
Incluso el presidente Biden, en declaraciones insólitas, aseguró la semana pasada que la amenaza de un “Armagedón” nuclear está en su nivel más alto desde la crisis de los misiles en Cuba, y que Estados Unidos está tratando de encontrar una ruta de salida para Rusia antes de que comience a utilizar sus armas nucleares.
“No está bromeando (Putin) cuando habla del uso potencial de armas nucleares tácticas o de armas biológicas y químicas, porque su ejército está, se podría decir, significativamente con bajo rendimiento”, dijo Biden en un evento en Nueva York.
Minutos después de las declaraciones, varios funcionarios de inteligencia estadounidenses bajo anonimato dijeron a CNN que todavía no han visto ninguna evidencia de que Putin esté avanzando hacia el uso de la capacidad nuclear de Rusia, ni hay ninguna inteligencia que muestre que haya decidido hacerlo.
No obstante, la evidente debilidad mental de Biden -que ha quedado exhibida en público en repetidas ocasiones-, nos hace dudar sobre si más que deslices el inquilino de la Casa Blanca ha cometido indiscreciones que nos revelan algo que quieren ocultar.
Por su parte, su consejero de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, dijo que Estados Unidos no cree que Putin vaya en serio, pues no hay indicios sobre el uso inminente de armas nucleares. No obstante, aseguró que lo están vigilando cuidadosamente y mantienen estrechas consultas con aliados y socios.
Sea como fuere, es un hecho que la guerra en Ucrania es en realidad un conflicto entre Rusia y Occidente entero. Los mercados financieros lo saben, y por eso, este lunes reaccionaron con gran aversión al riesgo tras el bombardeo ucraniano al Puente que conecta a Crimea con Rusia ocurrido el fin de semana.
Esperemos no estar subestimado una conflagración nuclear, porque parece que “allá arriba” se lo están tomando muy en serio.