Cualquier argumentación sobre el populismo como ésta enfrenta, de entrada, dos problemas:
- Evitar el uso del adjetivo “populista” como objeto arrojadizo para descalificar a tal o cual político sin mayor análisis y
- El riesgo de tratar de caracterizar al populismo como una corriente política definida, cuando en rigor no existe un cuerpo doctrinal coherente “populista” o un pensador político que haya sistematizado, en forma apologética, lo que debemos entender por populismo.