Con frecuencia en mi trabajo como asesor financiero me encuentro con personas que tienen negocios exitosos, pero que aseguran no saber en qué invertir. Mi primer y principal consejo es: reinvierta primero que nada en su propia empresa.
La “mina de oro” puede estar frente a nosotros y justo por ello no la vemos.
Crear un negocio sólido es quizá la cosa más difícil y arriesgada a la que se enfrentará cualquier persona. La buena noticia es que el riesgo es tan alto, que también lo es su potencial de ganancias.
La gran mayoría de emprendimientos termina en fracaso durante sus primeros tres a cinco años. Por eso, si el negocio es maduro y fuerte – incluso si no ha traspasado el primer quinquenio de existencia-, reinvertir en él es casi siempre una mucho mejor opción que buscar, sin conocimiento, experiencia ni la asesoría adecuadas, inversiones en activos financieros. Peor aún si estos son sofisticados y se confía a ciegas en que un tercero al que le entregamos nuestro dinero para “hacerlo ganar”. Raras veces sucede así.
La fórmula: inversión – ganancias – reinversión en un negocio exitoso, genera un círculo virtuoso ganador que sobrepasará en probabilidades y potencial de beneficios a la gran mayoría de inversiones financieras en la Bolsa, divisas, criptomonedas, bonos, etc.
Encontrar esa “mina de oro” es tan difícil, que, si usted ya encontró la suya, cuídela y hágala crecer porque entre más le dé, más le regresará.
Ahora bien. La “mina de oro” no necesariamente es sólo un negocio propio. Si a usted le apasiona su oficio o profesión, le da el nivel de vida que quiere y se siente satisfecho, ¡no tiene que buscar más! El “oro” ya lo está extrayendo: ¡siga sacándolo! Invierta en usted mismo.
La libertad y la independencia financieras, en una economía de mercado, están al alcance de todos. Pero, así como cada cabeza es un mundo, cada carrera al éxito es por completo independiente y distinta de todas las demás.
Pero sea a través de su trabajo propio o de una empresa, si lo que busca es la mejora continua y el crecimiento permanentes, el enfoque es indispensable.
La inquietud y el siempre querer más y ser mejor, sin importar qué tan alto se esté volando, le ayudarán a no perderse en el camino, a reinvertir en su “mina de oro” y a encontrar las respuestas y soluciones a los problemas que enfrenta.
En todo caso, recuerde siempre que la disciplina, esto es, que los egresos nunca superen a los ingresos, es quizá la primera regla en el “ABC” de la educación financiera.
Es ese diferencial favorable la fuente del ahorro que, reinvertido en su negocio, profesión u oficio, se convertirá en la piedra angular sobre la que edificará una “mina de oro”, que, en vez de agotarse, le dará cada vez más.
Ese ahorro en abundancia le permitirá, luego, construir una sólida cartera de inversión en activos financieros para diversificar su riesgo y su fuente de rendimientos más allá de su empleo o empresa propia actuales.
Pero recuerde: sin ahorro previo, no hay inversión posible. Punto.
Es en ese punto – en la adecuada construcción de una cartera propia-, que la buena asesoría, análisis e información financiera se vuelven cruciales para la correcta toma de decisiones.
¿Qué es lo correcto? Sin lugar a duda, en finanzas es tratar de ser proactivos en lugar de ser sólo reactivos. Lo que esto significa es que debemos buscar ir uno o varios pasos adelante, y colocar nuestro capital en una posición de poder que le permita ganar incluso en la más adversa de las circunstancias.
Sobre los aspectos a considerar para alcanzar esa empoderada cartera personal de inversión, abundaremos en nuestra siguiente entrega. No se la pierda. Por ahora lo importante es preguntarse: ¿usted ya encontró su “mina de oro”?