Hay priistas que están felices con que le vaya mal a AMLO para que los extrañen. Aunque la crítica situación que atraviesa el actual gobierno es responsabilidad principalmente del manejo equivocado del presidente López Obrador, no podemos pasar por alto las finanzas públicas quebradas y podridas por una descarada corrupción, heredada del gobierno priista.
El error de AMLO fue no hablar claramente sobre el informe que le pasó su Secretario de Hacienda, donde le hizo ver que recibía un gobierno con un gasto corriente sin un flujo suficiente de ingresos para cubrirlo y un PEMEX saqueado, sin recursos para pagar nómina, pensiones y deuda.
Peña Nieto y los priistas sabían que perderían las elecciones. Le vendieron el cuento a López Obrador que no boicotearían su llegada a la presidencia si evitaba, ya en el poder, un linchamiento del expresidente y la persecución de corruptos.
La falta de recursos llevó a AMLO a una austeridad necesaria, pero con causas desconocidas para la mayoría de los mexicanos. Los recortes al gasto han sido fundamentales para evitar una pérdida del control de la deuda y del déficit presupuestal, que nos hubiera llevado a crisis como las de LEA y JLP.
Dos errores graves de AMLO. Uno, aplicó los recortes necesarios al gasto con un hacha y no con un bisturí, quizá por falta de tiempo, de operadores capaces y para no tocar a personal sindicalizado, y evitar huelgas.
El otro, emprendió acciones, como la cancelación del aeropuerto de Texcoco, que generaron expectativas negativas, las que frenaron la inversión. Anunció inversiones, la refinería en Dos Bocas, y planes, como el rescate de Pemex, que hizo a un lado la Reforma energética, sin recursos sanos para cumplirlos. Esas inversiones y planes implican gastos mayores a los recortes aplicados mediante una austeridad desenfocada.
El saldo de los primeros nueve meses de gobierno es negativo, y si no rectifica el Presidente los errores en aeropuertos, en el plan para salvar a Pemex, se cancela la construcción de la refinería, y no se aprueba un presupuesto para el 2020 que contemple un superávit primario suficiente para cubrir gastos y pasivos, sin aumentar impuestos ni costos de la deuda, la economía irá de mal en peor al terminar este año y el entrante.